viernes, 27 de agosto de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 69

MORIR BIEN Y SIN VIOLENCIA
Soygal Rimpoché nos cuenta una historia en su libro tibetano de la vida y de la muerte, que vale la pena traer a cuento. Dice textualmente:
Permíteme que te cuente una historia que me contó la hermana Brigid, una monja católica que trabajaba en un asilo irlandés. El señor Murphy pasaba de los 60 años cuando el médico le anunció, a él y a su esposa, que no le quedaba mucho tiempo de vida. Al día siguiente, la señora Murphy fue a visitar a su marido al asilo y se pasaron el día hablando y llorando. Durante tres días la hermana Brigid vio hablar a la pareja de ancianos y romper con frecuencia en llanto, hasta que empezó a pensar si no debería intervenir. Sin embargo, al día siguiente los Murphy se mostraron muy relajados y serenos, cogidos de la mano y dándose grandes muestras de ternura.
La hermana Brigid detuvo a la señora Murphy en el pasillo y de preguntó qué había ocurrido entre los dos que justificara aquel cambia tan notable de comportamiento. La señora Murphy le explicó que, al saber que su marido iba a morir, repasaron todos los años que había vivido juntos y les vinieron muchos recuerdos. Llevaba casi cuarenta años de casados, y naturalmente sintieron una enorme pena al pensar y al hablar de todas las cosas que ya nunca más podrían hacer juntos. A continuación el señor Murphy redactó el testamento y escribió sus últimos mensajes a sus hijos ya adultos.
Todo ello resultó muy triste, pues se hacía difícil dejar de aferrarse, pero siguieron adelante porque el señor Murphy quería terminar bien su vida. La hermana Brigid me contó que durante las tres semanas que vivió el señor Murphy, la pareja irradiaba paz y una sencilla y maravillosa sensación de amor.
Aún después del fallecimiento de su marido, la señora Murphy siguió visitando a los pacientes del asilo, donde era fuente de inspiración para todos.
No hay que hacer un esfuerzo mental muy grande para conocer qué pasó, que cambió todo. Es fácil: el enfermo y la familia conocieron la verdad y resolvieron vivirla con serenidad. Aceptaron la muerte, porque todos vamos para allá, y resulta absurdo desconocer la verdad. Nada se saca. Y en cambio hacer de la muerte una despedida llena de cariño, como lo hicieron los Murphy, despierta entre propios y extraños una ternura y una compasión extremas, como las que sintieron todos en el asilo, junto con la hermana Brigid.
Hay que grabarse en la mente que todo en la vida es impermanente, todo se acaba, todo se transforma. Este texto lo escribo celebrando el segundo centenario de la independencia de Colombia, en el año 2010, sabiendo que en el primer centenario, en 1910, Bogotá tenía 100.000 habitantes, y ahora 7 millones. Con nuestros muertos pasa parecido, porque todos podemos hacer un balance de bajas, y un volumen de historias y recuerdos. Y nos damos cuenta que irse, no es preocupante. Lo que nos preocupa es lo que dejamos, lo que va a quedar. Quisiéramos que todo cambiara. Que la gente, como la familia Murphy, viviera abrazada con cariño, pensando que el adiós es más verdadero, más lógico, más cerebral, más rico, más cierto, cuando aprendemos a llorar lo mismo que a reír, de lo que es esta vida pasajera.

lunes, 23 de agosto de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 67

OJO POR OJO
Copio textualmente lo que he recibido de Jaime Ronderos, mi pariente y amigo, quién semanalmente me comenta el evangelio de Jesús, y como este tema toca de lleno a nuestro propósito de no entender, ¡por qué diablos!, el ser humano no ha logrado vivir sin violencia. Dice Jaime:
Le doy gracias a Dios por permitirme estar con ustedes un domingo más: ¡¡¡Feliz día del Señor!!! El tema de nuestro estudio de hoy consignado en el Sermón del Monte es acerca del “ojo por ojo”; es acerca de la venganza. Leamos el texto en Mateo 5: 38-42: “Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.” ¡¡Interesante reto este pasaje ¿no es verdad?!!
Algunos, con el solo hecho de leer estas palabras, pueden sentirse tentados a cerrar esta página de su correo y pasar a otra. Sin embargo, el Señor quiere llamar hoy a las puertas de nuestro ego, al que estamos acostumbrados a defender muchas veces como fieras, cuando somos o cuando nos sentimos agredidos, diciéndonos: Existe otra posibilidad de respuesta humana a la violencia, diferente al pago de agresión por agresión, de ofensa por ofensa, de golpe por golpe.
En este orden de ideas, Jesús inicia su planteamiento, partiendo de lo que, desde siglos atrás se había escrito sobre el tema en el Antiguo Testamento por Moisés, dándole la interpretación correcta, ya que venía siendo tergiversado por los ministros de las épocas posteriores. Se trata de lo consignado en Éxodo 21: 24; Levítico 24: 20 y Deuteronomio 19: 21. Veamos Éxodo 21: 23-25 “…..pagarás ojo por ojo; diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.” Levítico 24: 19-20: “El que causare lesión a su prójimo, según hizo, así le sea hecho: Fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente. Sufrirá en carne propia el mismo daño que haya causado.” Deuteronomio 19: 16-21: “Si un testigo falso acusa a alguien de un crimen, las dos personas involucradas en la disputa, se presentarán ante el Señor, en presencia de los sacerdotes y de los jueces que estén en funciones. Los jueces harán una investigación minuciosa, y si comprueban que el testigo miente y si comprueban que es falsa la declaración que el testigo ha dado contra su hermano, entonces le harán a él, lo mismo que se proponía hacerle a su hermano. Así extirparás el mal que haya en medio de ti. Y cuando todos los demás oigan esto, tendrán temor y nunca más se hará semejante maldad en el país. No le compadecerás. Cobra vida por vida, ojo, por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.”
¿Cuál era el propósito, el sentido de esta ley dada por Dios a Su pueblo? ¿Quiénes eran los llamados a ejecutar el cumplimiento de esta ley? ¿Las personas agredidas por su propia mano, o los jueces encargados de impartir la justicia?
Si prestamos atención el sentido; el espíritu de esta ley era limitar el castigo a lo que fuera justo. Su intención era asegurar que el castigo en los casos civiles fuera adecuado según el crimen. ¡Nunca tuvo en mente justificar actos de venganza personal!, que fue la interpretación falsa que con el tiempo empezó a dársele.
Es por esta razón que Jesús, en uso de Su autoridad como Hijo de Dios, aclara esta situación con su reiterado: “Han oído que se dijo a sus antepasados…… por yo les digo…” Y a partir de ese momento empieza a referirse a la actitud que debemos tomar como individuos cuando somos agredidos por otro. Queda claro entonces, que una cosa es la labor de la ley, que busca la equidad; que se haga justicia a través de los jueces encargados para esta labor, y otra cosa es lo que el Señor nos llama a albergar en el corazón, frente a nuestros agresores. Si se está cometiendo una arbitrariedad contra “nuestra vida, honra y bienes”, como dicen las leyes, es a estas a las que debemos acudir. Las autoridades son puestas por Dios para impartir justicia. Pero, ¿Qué hay de nuestro corazón? ¿Qué se aloja en él frente a nuestros agresores? ¿Cómo manejamos esta realidad? ¿Cómo manejamos esa tendencia natural a odiar, cuando nos sentimos odiados, a agredir el doble al que nos agredió, a desear venganza más que justicia???
Es a esto a lo que se está refiriendo el Señor en este pasaje. Mirémoslo nuevamente: “No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa”. Aquí, no nos está diciendo, déjense golpear, déjense robar, dejen que el ambicioso tome posesión de lo que les pertenece. Más bien, nos está llamando a no enredarnos en el conflicto estéril de pagar agresión por agresión, golpe por golpe, mal por mal. A dejar al conflictivo, al agresivo, peleando solo. Al ambicioso ambicionando; y nosotros, más que ambicionar a la par de él, poder estar tranquilos en la seguridad de que estamos en las manos de Dios, recurriendo, por su puesto, a la ley, que entre otras viene de Él, cuando sea necesario, pero descansando en Su poderosa voluntad, en la certeza de que todo lo que pasa, hace parte de un plan; un plan divino trazado para acercarnos a Él, si contamos con la fe necesaria para ver las cosas de esta manera.
Ignorar la agresión, en lugar de retornarla; devolver en lo posible bien por mal, tiene mucho más poder, impacta mucho más al mundo, que el devolver mal por mal. La parte final del pasaje dice: “Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.” Muchas veces nos vemos obligados a prestar un favor sin el deseo o la motivación de hacerlo, entonces lo vemos como una pesada carga. El llamado del Señor es a hacerlo, poniéndole el doble de energía de la que sentimos que podemos dar, partiendo siempre de una disposición permanente a servir: “Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.”
Podemos concluir de este pasaje dos cosas:
1. Debe ser un empeño permanente, librar nuestro corazón de esa tendencia natural a la venganza, a la pelea, al conflicto, a pagar doblemente mal al que nos hace mal. A temerle al ambicioso, volviéndonos muchas veces más ambiciosos que él. Recordemos que estamos en las poderosas manos de Dios quien es el que juzga y define la disciplina necesaria sobre los agresores y ambiciosos, en Su tiempo; no en el nuestro. Recordemos que todo lo que nos pasa hace parte de un plan conducente a acercarnos cada vez más a Él, pero eso sí, si contamos, como lo decíamos arriba, con la FE necesaria para buscarlo.
2. Estar siempre dispuestos a servir a los demás en lo que podamos, así en determinados momentos no tengamos las ganas o el ánimo para hacerlo; así tengamos que duplicar nuestras energías en el proceso.
Gracias a Jaime por sus consejos… ¡cambiaría el mundo si los siguiéramos? Creo que sí…. ¡Adelante pues!

sábado, 21 de agosto de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 66

EL BICENTENARIO
Doscientos años no son nada. Mirando otras civilizaciones nos parece que somos recién nacidos. Pero cuando abocamos el tema “jartísimo” de la violencia, encontramos la misma característica del ser humano, desde Adán hasta el siglo XXI. Seguimos en la misma vaina, y no encontramos un ejemplo que nos pueda iluminar el horizonte, para dejar este tema tan jarto.
Encontré en el “Diario de la Independencia” de José María Caballero una ilustración apropiada de las circunstancias de vida en 1810, por este personaje que nació probablemente en 1750, y murió al parecer antes de 1820, y a quién se le ocurrió escribir un diario, donde contaba tal cual y con cierto humor los acontecimientos de su época. Por desgracia fue censurado poco antes del primer centenario, cuando se publicó por primera vez en 1902, y se le quitaron las páginas del 20 de julio de 1810. ¡Qué pendejada!
Claro está que no es lo que nos imaginamos hoy, pues pasa de la independencia al coloniaje como una veleta, que no tiene aún una orientación definida. Pasa de festejar la posesión de Fernando VII, en 1808, a echar mueras al Rey. O bien, a criticar al “Longanizo”, como le decían a Bolívar, a ponderar sus triunfos.
Pero veamos cómo es el diario de Caballero con ejemplos concretos, no sólo de la forma como escribe, sino la manera como lo detalla: “1813. Viernes 5. Buen día. Esta tarde se deja ver hacia la parte del poniente un lucidísimo y particular horizonte, que en la hermosura de su luz competía con el día más claro; duró hasta las siete de la noche”. Caballero define su libro como: “…varias noticias particulares que han sucedido en esta capital de Santafé de Bogotá, Provincia de Cundinamarca, sacadas de varios cuadernos antiguos, desde el año 1743, arreglado lo posible en este año del Señor de 1813, tercero de nuestra transformación política, y primero de nuestra independencia absoluta, con algunos de los que han muerto en estos años y lista de virreyes y arzobispos, alcaldes y varios acontecimientos, por el ciudadano José María Caballero, subteniente de milicias de infantería de esta capital”.
Caballero habla de un temblor, posiblemente en 1819, citando a un cura de Fómeque, de lo que ocurrió en su parroquia en 1743: “…comenzó por debajo de la tierra un ruido tan grande que no se puede explicar su estruendo… cada uno de los terremotos grandes duraba el espacio de un miserere…”
En mayo de 1816 escribe: “… arcabucearon a un negrito que se llamaba Manuel María, por haber tenido una pendencia con un español y haber dicho que era patriota. (¡Alerta, que el ser patriota es delito de muerte, pero yo lo soy y lo seré aunque pierda la vida!)”. En 1818 escribe: “¡Así se cumplen los indultos generales, despedazando cruelmente el pecho tierno de esta heroína, de esta mártir de la patria, de esta constante e incomparable mujer!”, afirma hablando de Policarpa Salavarrieta.
Por esa misma época arcabucearon en la Huerta de Jaime, a tres negros y dos blancos, entre ellos a un tal Vásquez, del Socorro; después los colgaron en las horcas. “En el mes de julio también arcabucearon a Molano, chircaleño, que tenía buenos tejares. Cuando lo prendieron hicieron que su mismo hijo lo amarrase y lo trajese de diestro hasta la cárcel. Después de muerto le cortaron la cabeza y lo descuartizaron. La cabeza la pusieron en San Diego y los cuartos traseros en los demás caminos de San Victorino, Las Cruces y Santa Bárbara. Lo llamaban Juanchito Molano.”
Lo que hace importante a Caballero consistió en que por su posición, podía mirar tanto a los altos españoles y chapetones criollos, como a los pobres, a muchos de los cuales menciona con sus nombres.
En septiembre de 1818, Caballero cuenta que entró el capitán de fragata, don Juan José Pando y Sanllorente, el que traía los pliegos para lo que se había de hacer, tocante al juramento de Fernando VII como rey. Se hizo la reunión del virrey y oidores, se dijo misa de gracias al Espíritu Santo, y “…salieron todos ya con escarapela en el pecho, con la figura de Fernando VII”. Desde ese día comenzaron a usar la escarapela los clérigos, las monjas, monaguillos y colegiales. Los seglares en el sombrero y las mujeres en el brazo izquierdo y en los sombreros.
Pero además de que se amaba la independencia, y se respetaba la imagen del rey Fernando, las noticias llegaban tarde. Por ejemplo se lloraba por la prisión de María Antonieta, cuando ya le había cercenado la cabeza. Julio Flórez, (1867-1923), chiquinquireño, decía que todo nos llega tarde, hasta la muerte, en alusión a un contexto que no tenía la velocidad que tienen las noticias actualmente.
Entonces, hay que tener presente que la independencia nos llegó lentamente, inclusive festejándola al tiempo con el rey. Y aún hoy, nos falta para ser independientes, con raíz en la tierra y conscientes de la naturaleza que tenemos.
Pero es triste saber que todo nos llega con la violencia. Dice Gabriel Restrepo, quién presenta el libro de Caballero: “La independencia más allá de sus pasajes normales, abunda en terror, y no sólo por el momento de la reconquista, llamada así la época del terror. Colombia no es descriptible sin mencionar el terror: el de la conquista, el de la independencia, el de tantas guerras. Pasión pura”. Quién sabe hasta cuándo andaremos errados en nuestra relación con los demás. Sin mirar a nuestro interior. Sin conocer el amor puro. Sin el deber como colombianos de amarnos de verdad, conscientes de la naturaleza que recibimos. Entre otras cosas, la más diversificada del mundo, con tres cordilleras, seis vertientes con toda clase de flora y fauna. Dos valles, el del Magdalena y el del Cauca. Unos Llanos Orientales inmensos. Y una pluralidad en raza y cultura maravillosas. ¿Será que seguiremos pensando en el rey de España? ¿Será que nunca vamos a usar la compasión, el amor por lo propio, el tener raíz en nuestra tierra? Seguramente, lo hagamos cuando aprendamos a vivir felices… y nos quitemos la escarapela que inconscientemente aún la llevamos en el alma.

miércoles, 18 de agosto de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 65

LA GOTA DE AGUA
Hay muchos temas que han venido de Oriente a mejorar nuestro interior dolarizado y materialista. Pero hay uno que no he podido digerir bien. Se trata de la reencarnación, tema que encontré en El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte, de Rimpoché. Me imaginaba encontrarme con alguien hablándome de sus 14 reencarnaciones, que había consignado en 14 extensos volúmenes, mientras yo lo miraba como un bobo, o mejor, como un imbécil, sin entender lo imposible.
Y yo, luego de sacudirme lo que tengo de pendejo, me supuse lo que viví de niño, precisamente viendo a uno de ellos que estaba cerca mirando algo que él no había visto en la vida: una gota de agua, imagínense. O la llama de una vela. O una hormiga. En fin. Uno nace sin saber nada de nada. Inclusive uno aprender a sentir dolor, hambre, reír, todo… por primera vez. Luego hay algo incontrovertible en el inicio de la vida, que podríamos llamar el primer karma. Lo que queda luego de haber cogido la gota de agua o metido el dedo en la llama de una vela, para ver qué es eso tan raro.
Bueno, me dije para mis adentros, dejemos la reencarnación para cuando ocurra, y no antes. Y menos hablar de ella, inventando un cuento. Dejemos pues a los Orientales con su tema. Porque el nuestro es ahora. Cuando tenemos que partir de la gota de agua. Rimpoché nos trae para ello la necesidad de un maestro. Es decir un maestro que sepa, o que haya sentido lo que es una gota de agua o la llama de una vela, para que nos diga cómo es la cosa.
Para los cristianos el maestro es Jesús. Ahí está Él. Es muy simple: Amad a los enemigos… y si no los perdonamos, no entraremos en el Reino de los Cielos. Son apenas dos experiencias que muchos viejos no hemos podido experimentar, porque no tenemos interior. Bueno, interiores sí, pero interior no. Me refiero a eso que aparece cuando cerramos los ojos, y nos sentamos quietos y respiramos concentrados. ¡Ah! ¿Ese es el interior? Sí, ese es. No lo puedo creer, pero es así. Los Orientales lo descubrieron hace tiempos. Diría que milenios. Pero los Occidentales no.
No me explico a qué se deba. Es posible que el culpable sea Descartes. Cuando todo lo reducimos a pensar: Pienso luego existo. Hace una referencia muy personal, y como el subconsciente es más grande que el consciente, se quedó la cuestión en pensar dentro de los límites materiales que maneja el subconsciente. Como son las sensaciones, el hambre, el sexo, la furia, el resquemor, la envidia, comer impulsivamente, tomar trago, droga, en fin.
Y el caso es que no hemos mirado desde nuestro interior una gota de agua por primera vez. Nuestro maestro Jesús nos avanzó, nos llevó muy lejos. Pasó de las cosas simples, como la gota referida, al perdón.
Rimpoché agrega a la necesidad de tener un maestro que nos encamine, el hecho de tener devoción y respeto por lo que dice nuestro maestro. Traducido a una palabra más cierta, la devoción es el amor puro por la palabra de Jesús. De manera que no solamente es leer la Biblia, sino que leída, penetre en nuestro interior, a esa parte de nuestra mente que llamamos consciente, y que a nuestro subconsciente Occidental le parece espantoso. (¿Perdonar al enemigo? ¡Guuaaaooo!)
Y ahí está el origen de la violencia. Se origina porque contradice el sentido de la vida, cuando es un bien sagrado y no, un miasma de odios, y presunciones, que se dan en el subconsciente cartesiano, individualista, amante de lo material. De espaldas a la naturaleza, que es lo mismo que estar de espaldas a Dios, el Creador. Aquel que hizo todo, y que nos mandó un maestro para que manejara nuestro interior, lejos del consumo y la globalización, pues por su importancia llegamos con ese interior a la verdadera felicidad de amarnos, sin cortapisas, ni arandelas. Dentro de lo que Él llamó la palabra, que es el camino y la vida.
Desde luego, no todo es negativo en Descartes, claro. La paz del mundo reside en la formación interior, y para ello tenemos que acudir a pensar, luego existo. El único detalle importante para lograrlo, es cómo encontrar los valores en nuestro interior, y no afuera, donde está lo finito y corruptible. Sentir el alma unida a nuestra naturaleza, y cuando abramos los ojos, nos encontremos con la otra naturaleza divina: una flor, una ave, un cielo, una nube, un río y una mar.

sábado, 14 de agosto de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 64

Han transcurrido dos o tres siglos de la Revolución Francesa, que acabó con la monarquía, y con el hecho de ser los hombres y las mujeres, súbditos reales. Aquí en Colombia, hasta la Independencia, hace dos siglos, éramos súbditos, y nuestras tierras eran realengas, es decir, que el propietario de ellas era el Rey de España. Estábamos sometidos por los españoles puros y los criollos, descendientes de estos, para gobernarnos. En resumen breve: no teníamos tierras, éramos súbditos, y nos gobernaban los extranjeros. Éramos nadie, en resumen.
Al llegar la libertad con la Independencia, nuestros gobernantes ignoraron gran parte del tiempo el hecho de ser libres, y además, a los colombianos con sepa, ancestros y una cultura milenaria, eran nada. Los criollos españoles, (como Camilo Torres Tenorio), se hicieron al gobierno y no sólo se quedaron con las tierras, ahora propiedad privada de cada quién, sino que miraban lo propio como nos miraron nuestros colonizadores, es decir: el colonialismo Eurocentrista que miraba a Europa como la cultura para imitar. Lo nuestro no valía nada.
Dejaron de lado nuestra cultura milenaria, y fue hasta 1992, cuando tuve la oportunidad de entrevistar a dos paeces de Tierradentro, que sentí lo que es ser colombiano de sepa. Dejé mi ancestro urbano y miré la naturaleza como la miran ellos: la madre naturaleza. Es ese Dios interno que nos maneja con las nubes del cielo, las aves, las flores, los árboles, y toda la vida que tiene ella en actividad permanente, y que los habitantes de Bogotá olvidamos, por estar siempre entre edificios y calles asfaltadas.
Esa fue la cura que me inventé, luego de mirar los noticieros en la radio y la televisión, al término de los cuales termina uno con el alma echa un zurrón de ropa sucia. Salía y caminaba hasta pasar por debajo de un fresno florecido, lleno de flores amarilla. Y le decía al Eterno: ¡Dios mío, le amo y ya! Luego, le explicaba al Abba Padre que significaba el término: ¡Y ya! Le explicaba que así hablaba mi nieto Pablo de 6 años, cuando se le declaraba a su madre: ¡Mami, yo te amo, y ya! Significaba esa sabiduría de los niños, que no tienen letra menuda para hablar y explicar sus sentimientos. Es sentir de verdad y sin un mínimo de duda, expresarlo.
Cuando hablamos de violencia nos acordamos de eso que los infantes nos enseñan, sin arabescos, sin figuras bizantinas, sin socialismo marxista, sin medios violentos de lucha, lo que es el amor, dentro de una ideología transparente y lisa. Aquella que nos hace felices, con nosotros mismos y con todos los demás… Los resentimientos no existen, ya no se hacen suposiciones, ni se toma lo uno por lo otro, es lo que es… ¡y ya!
Cuando entenderán nuestros terroristas que el amor puro existe, y que la vida es sagrada, más allá de toda ideología. Y que la vida, además, es para ser feliz de verdad, sin camuflado, sin botas pantaneras y sin armas, y sin estar preso en la selva, y tener el alma en medio de la impermanencia, esperando el paso a la trascendencia de estar por fuera del tiempo y el espacio, en unión con Dios, como Él quiere que seamos: Hombres libres, sin atajos, sin heridas, sin otra cosa que no sea el espíritu del amor puro, permanente, sin término y siempre presente.
Hablando con mi nieto Pablo, del hombre libre, luego de examinar tanto nuestros derechos como nuestras obligaciones, llegamos a una parte que a él le interesó muchísimo: el interior. Ni idea que existía el interior me dijo. Y se puso a trabajar en ello. Encontró, me contaba luego, que allí tenía 11.000 vírgenes. ¡Es que me fascinan las mujeres! Pero son espíritus, sin traseros y pupuruchas. Ellas me saludan diciendo: ¡”Jey” Hítler! Y él les preguntaba por qué lo hacían, y su respuesta era que todas a una, pensaban igual a él, sin arandelas. Y había allí otras mujeres siempre, su extinta abuela, que él no conoció porque murió antes de su nacimiento; Lina Marulanda, una vieja chusquísima que se botó de un sexto piso; Zoila, en silla de ruedas siempre, porque nació con elefantiasis en los pies, y Noyud, una niña de Yemen de 10 años divorciada… ¿Todo eso?, le pregunto, y Pablo me dice con una sencillez increíble, que él ya tiene vida interior, y que lo acompaña siempre la música que transmiten todo ese montonón de gente. Es como un costurero permanente, sólo que sin chismes y habladurías.
Entendí, me dijo un día, que es verdad lo que dijo Gandhi: que el cumplimiento de las obligaciones, es lo que genera los derechos. “Y me despido, abuelo, porque ahora tengo que trabajar”. Le había sonado el BlackBerry y en la TV estaba su serie favorita.
Me iba a sentar con él, cuando salió como un volador sin palo… sonaban afuera de la casa unos gritos, y alguno había gritado: “¡Goooool!”.

miércoles, 4 de agosto de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 63

Estábamos en la selva amazónica, la más feraz del mundo. Moscos y animales nos rodeaban. Menos mal las culebras estaban en el río, y sabíamos que sólo volverían hasta la tarde. Cano me miró con ojos de cordero degollado. Parecía que todo lo que había hecho en su vida era un fracaso. Que ya no valía la pena seguir… Yo no sabía qué decirle. Estaba ahora encargado de poner las minas quiebra patas a la entrada de aquel sitio, que habíamos limpiado de selva, y tenía que llevarle a Matías las bombas, para atacar el puesto de policía del pueblito cercano, con el grupo que él comandaba.
Yo no supe qué decirle. Parecía muy envejecido, y el desaliento le invadía todo el cuerpo. Cuando volví a mirarlo para despedirme, me hizo un gesto extraño. “¡No te vayas!”, me gritó con furia. Quedé paralizado, y luego de un momento me le acerqué para calmarlo.
Él pensaba que yo podía ayudarlo. Me había visto leyendo “El libro Tibetano de la Vida y de la Muerte”, y pensaba encontrar en él una solución a su lamentable estado. ¿Qué puedo hacer, Rodríguez?, me preguntó Cano. Yo levanté los hombros y creo que le dije: ¡Nada! Pero él, que fue a la universidad y sabía algo del Dalai Lama, me inquirió: ¡Tú sabes cuál es mi salida! Y yo, sabía algo que aprendí con Rimpoché, el autor de aquel libro, y de una le dije: Qué sabes hacer fuera de estos menesteres de la guerrilla, y te diré lo que sé… ¡Nada, respondió Cano! Y esta respuesta me conturbó bastante. Me agarré de una rama, y me senté en uno de los troncos.
—Bueno, me dijo luego de un momento. Si hay una cosa para la cual tengo cierto talento: Matar paras, policías y soldados.
— ¡No puede ser! Tú estuviste en la Universidad. Tienes más bases que yo. Si quieres aplicar el conocimiento que tiene este libro que me has visto leyendo, vete a un sitio tranquilo, y mata, no gente de las fuerzas armadas, sino todas tus percepciones. Mata todos los planetas y las estrellas del cielo, por ejemplo, y como dice Rimpoché en el libro, disuélvelos en el vientre de la vacuidad. Mata el espacio de la naturaleza de la mente, mata la selva que tienes en la mente.
Bueno, el me miró asombrado. Lloró un momento tomándose la cara con ambas manos, y luego se internó en la selva. Parecía destrozado totalmente. Hasta caminaba como un viejo octogenario. En 21 días deambuló por toda la selva, regresando al sitio que habíamos limpiado, cada anochecer a meterse en su cambuche sin decir nada, sin mirar a nadie, olvidado de todo.
Él encontró en ese tiempo que su mente estaba confusa y acosada por la duda. A veces me comentó mucho después, la duda es un obstáculo para la evolución humana, incluso mayor que el deseo y el apego. Nuestra sociedad fomenta la inteligencia ingeniosa, basada en viejos principios marxistas, y celebra los aspectos más superficiales, hostiles e inútiles de nuestra lucha armada, basada en medios estúpidos, como matar. ¡Eso es lo que pasa! Se le oyó gritar un día.
Eso lo dijo, luego de que Matías el jefe del grupo, llegó con la noticia que el 20 de Junio del 2010 habían matado 10 policías y dos soldados. Pero que las elecciones no pudieron interrumpirse. Para todos, y por desgracia para Cano, un amigo del Imperio, era el nuevo presidente de Colombia. ¡Carajo!, dijo otro día, ¡estamos en nada! Evo Morales tenía razón: Uribe, el presidente saliente, era el Chapulín Colorado de los gringos. Por eso ganó el Imperio.
Cano, al cabo del tiempo, se presentó en el sitio despejado de la selva, los reunió a todos, y con gran arrogancia gritó: ¡La lucha armada sigue! No hubo poder humano para Rodríguez, este guerrillero que les habla ahora, reconocer que la meditación de Cano no le sirvió para nada. Pero yo si sabía, que la duda, de la que hablamos atrás, sirve en muchos casos para poner en su sitio el corazón humano. Amar fue lo que me quedó, luego de que me desmovilicé. Sabía que Cano no terminaría bien. Pero que yo podía recuperar mi vida, utilizando el beneficio de aquella duda, que abre la mente para hacer lo que toca, y sentir en el interior que podemos tener compasión por el otro, y sobre todas las cosas, por uno mismo, precisamente, para poder dar esa misma compasión a los demás.

sábado, 31 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 62

El karma de la violencia es lo que nos queda luego de que hemos actuado. Es algo que aparece cuando estamos cercanos a la muerte especialmente, y también cada día que nos sentemos a pensar, y nos preguntemos: ¿qué fue lo que hicimos? Un criminal se preguntará por cada uno de los muertos que hizo. Una meretriz hará un resumen de sus actos sexuales. Un ladrón lo hará sobre el monto que produjo el total de su karma en dólares.
En fin, un repaso generalizado sobre todos los seres humanos, nos mostrará dónde se encuentran aquellos que supieron vivir, los que tienen un karma positivo, y que pueden dormir tranquilos.
Estos últimos se dieron cuenta que todo lo que hay en el mundo es impermanente, o finito y corruptible. Echemos una mirada a nuestro entorno y pensemos que todo pasará. Si hiciéramos historia nos encontraríamos leyendo esa contingencia que tiene todo lo humano, que día a día va cambiando. Imaginémonos que estamos en 1939, antes de la Segunda Guerra Mundial. Luego pasemos a 1945 con la rendición de los Países del Eje. Más allá, ubiquémonos en la Guerra Fría y luego terminemos, para no alargarnos más, con la caída del Muro de Berlín. Cada etapa ha dejado un karma de violencia diferente. Unos mejor que otros, pero todos mal, porque como lo dice Einstein, con un solo ser humano que esté mal, que tenga un karma negativo, nadie se puede sentir bien.
¿Exagerado lo que digo? No, porque el mundo estaría bien cuando todos seamos uno. Un solo idioma, un solo Dios, una sola manera de ver la vida en comunidad, sin diferencias, todos iguales, aunque todos somos diferentes. Iguales en el sentido de que vemos a los demás con el mismo respeto que nos miramos a sí mismos. Bueno… ¿y qué dice Einstein? Veamos:
"Un ser humano es parte de un todo al que llamamos universo, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Este ser humano se ve a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones como algo separado del resto, en una especie de ilusión óptica de la conciencia. Esta ilusión es para nosotros como una cárcel que nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por unas pocas personas que nos son más próximas. Nuestra tarea ha de consistir en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestros círculos de compasión de modo que abarquen a todos los seres vivos y a toda la naturaleza en su esplendor."
Einstein explica así nuestros problemas, y lo triste de todo es que casi nadie piensa como él. Piensan que amar al otro es una utopía. Lo llamaríamos iluso. Es decir, una persona que no sabe lo que es tener dólares. Tampoco ser dueño de una mujer hermosa. Un hombre feliz porque tiene carro, casa, beca y electrodomésticos. ¿Es que no nos han dicho que lo importante es tener un interior fundado en el amor puro, y en la comprensión de que somos, dentro de lo contingente, un pájaro que vuela alrededor del sol, con temblores y terremotos? Es la única manera de hacer de nuestra permanencia en la tierra, aquello que nos hace personas conscientes, en el sentido de que estamos de paso, y que la muerte solo es uno de esos pasos, que nos hará trascender a la verdadera vida, como lo dice Einstein, sin las limitaciones de tiempo y espacio; porque, repito, como lo dice él: "Un ser humano es parte de un todo al que llamamos universo”, una parte limitada en el tiempo y en el espacio.
¿Cuándo será ese día? Ojalá que el mundo y su naturaleza alcancen a resistir los daños producidos por la ignorancia del ser humano, individualista y materialista, sumido en su propia hez. Mientras tanto, nos guste o no, estamos en la olla… En unas cuantas décadas lo vamos a sentir así, si no creemos en lo que nos dijo Einstein en el siglo XX.

martes, 27 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 61

La celebración de los 200 años tiene sus bemoles por motivo de la violencia. Los indígenas por eso dijeron que no tenían nada que celebrar. Con ellos hasta Felipe II se portó mejor, creando los resguardos. Toda la legislación republicana, en cambio, es violenta contra ellos. Lo que ha querido es cambiar lo que para ellos es la tierra. Que se vuelva dinero, que se pueda vender, muy lejos de lo que ellos entienden por tierra. Es decir transformar la tierra en plata. La tierra para ellos es sagrada, no se puede vender, permutar, arrendar. Gravísimo, porque para los Occidentales todo es la plata. Sí, para los Occidentales todo es plata. Para los indígenas no, porque la naturaleza es lo que forma sus vidas, y en ella está la tierra. Y sólo, además, hasta 1991 han podido hablar en el Congreso. Es decir, hasta entonces son ciudadanos colombianos, con todos sus derechos… y de eso hace sólo apenas 19 años. ¡Nada!
Yo entendí a los indígenas cuando un español me dijo que yo era vasco, por mi apellido. No, no soy vasco, porque la etnia es secundaria. Lo que forma el alma, o la persona, es la tierra. A mí no me pueden quitar la Sabana de Bogotá, ni Monserrate y Guadalupe, y cambiármelos por la Calle de Alcalá. ¡Ni de fundas! En eso los indígenas tienen toda la razón. Y es ahí donde está la crisis global, con el calentamiento de la tierra, con el efecto invernadero de nuestra vida moderna fundada en la plata y no en la tierra, o en la naturaleza. El amor y el cuidado que debemos tener para cuidarla. Ahora el panorama es grave. ¿Hasta cuándo tendremos agua? ¡Vaya el diablo a saberlo!
Es que la violencia la ejercemos no sólo contra los demás, sino también contra la propia naturaleza. Bueno, pero claro, sobre todo contra los demás. Por ejemplo todos los artículos sobre los 200 años de Independencia confirman la falta de cultura de paz de los colombianos, en el sentido de no ser indiferentes, o inconscientes ante el homicidio. El artículo que acabo de leer, termina así: “…el único ensayo que aún no se ha hecho, es el de 20 años de paz”, y figura en el artículo como lo único que cambiaría la celebración del bicentenario, en forma positiva. Tanto que sería dejar la apatía, la indiferencia y la inconsciencia, para ser como debemos ser, iguales todos ante la ley, respetuosos de cada uno de nosotros, todos con la misma emoción de bailar un bambuco, un porro, un paseo o un galerón. Y cantar ahí sí: ¡Qué orgullo me siento de ser colombiano! ¡Nos falta mucho! Lo lógico sería empezar ya… porque se está haciendo tarde. Y recordarles a los ególatras que los indígenas son más colombianos que los que tenemos ancestro extranjero… es decir, español.

E

viernes, 23 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 60

Estoy un poco nervioso de escribir esto. Imagínense que el juez de Sucumbíos tiene jurisdicción mundial… ¿O será cósmica? No sé, creo que en el fondo puede llegar a ser celestial, sobre todo cuando tenemos crímenes de lesa humanidad. Dios tiene toda la razón de molestarse.
De pronto la imaginación me trajo a cuento el expediente de Reyes. No conté los folios, porque no lo conozco, pero deben ser muchos. Alguna vez me contaron que el expediente por el asesinato de Gómez Hurtado tiene 300.000 folios de impunidad. Calculo que el de Reyes puede tener un millón o muchísimos más, pero en su contra, claro. No en vano él fue jefe del secretariado, y eso implica ser asesino de profesión y secuestrador, responsable de 50 años de infamia, donde han rodado miles de cabezas, secuestros, daños a la infraestructura y cuanto haya de masacres y minas antipersonales.
El juez de Sucumbíos supuso que Reyes estaba luchando por Bolívar, para conseguir una justicia social que ni Venezuela y Colombia han logrado, a pesar de habernos libertado para hacerlo. El juez sabe que Bolívar está muy molesto con eso.
Pero el problema es que él no supo que había jueces con tanta autoridad como este personaje, que se mueve entre grandes y graves paradojas. Una: ¿es lícito hacer lo que me dé la gana para conseguir el ideal bolivariano como lo hace Chávez? Si uno mira a Reyes, ¿puede aprobar lo que hizo en vida? ¿Y estar compungido porque al morir Reyes no va a seguir haciéndolo para tristeza del juez? (¿Sería que se le olvidó al juez saber que el que la hace la paga?)
Otra paradoja es admitir que la fuerza armada colombiana pueda hacer lo que hizo en la operación Fénix. Para este juez no fue un acto de legítima defensa contra Reyes. Sino una masacre, igual a las que Reyes hizo con 50 años de impunidad.
Otra paradoja es considerar que hay dolo en un acto de legítima defensa, cuando las personas o los países lo ven así. Es decir, depende del genio personal de cada quién, de cada Estado, para ver las cosas, y juzgarlas a su buen arbitrio.
Otra grave paradoja es el fin que tienen las fuerzas armadas de un país para guardar el orden público. Parece que están para eso, pues de lo contrario vendría a imperar la anarquía. La consideración de que no pueden atacar a los terroristas porque es delito, parece inaudito. En cambio, para citar un solo ejemplo, en las pasadas elecciones de 2010 en Colombia, murieron diez policías y dos soldados ese día… ¿Es normal? Inclusive en Colombia es muy doloroso, porque pasado un día o dos, ya nadie se acuerda de eso. Es un hecho espantoso que esto ocurra, y es miserable la indiferencia ciudadana. ¡No debe pasar!
En consecuencia, señor Juez de Sucumbíos, la operación Fénix, tanto para Colombia, como para Ecuador, fue oportuna y necesaria, para que impere la ley. Ecuador ha debido dar las gracias por librar a su país de terroristas, y lamentar que personas de Ecuador y otros países, sean amigas o tengan relaciones con terroristas que tienen un prontuario de 50 años delinquiendo.
Si los terroristas permanecen en los límites de los países hermanos, es porque las fuerzas militares colombianas los tienen arrinconados. El señor Reyes no pasó jamás por la Plaza de Bolívar de Bogotá, por ejemplo. Sencillamente porque lo ponen preso por el prontuario que tiene. Lo llevarían a una cárcel, que sería un hotel de cinco estrellas, comparado con lo que el señor Reyes y su pandilla hacen con los secuestrados durante años, en la Amazonia Colombiana.
Señor juez, no lo digo con odio, ni siquiera con resentimiento, sino con lástima, porque Ecuador debe tener una justicia justa y bien administrada, porque sentimos cariño y estamos unidos con el pueblo hermano, donde muchos colombianos trabajan y sienten estima por sus gentes. De no ser así, la nación ecuatoriana tendrá pronto, si no los tiene ya, narcos, terroristas y paramilitares, no porque lo hereden de Colombia, sino por que su Estado Judicial fue omiso e indiferente, fundado en las políticas de Chávez, y no en la ética y la moral cristianas. (El Larousse dice: Jurisdicción es el poder para gobernar y poner en ejecución las leyes. Tiene el límite que establece cada Estado como propio.)

miércoles, 21 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 59

Cuando el señor Maduro, (¿o inmaduro?), nos recordó cariñosamente que llevamos 50 años en guerra fratricida, que todos los colombianos somos mafiosos, terroristas y narcotraficantes, y que por ello los países hermanos están en la olla, porque Colombia es la culpable de todo, como ocurrió en la operación Fénix en Ecuador, se me vino a la cabeza que este señor les avisaría a sus amigos de las FARC, para que se escondieran de modo que la OEA, (que es bien ineficiente), no descubra ninguna de las pruebas, que más que pruebas van a constituirse en un atropello de las autoridades colombianas, metiendo la nariz, como lo hace el tal mencionado señor, donde no cabe.
O donde no debe estar la nariz de nadie, pues todo país vive su vida interior sin influencias externas, como la vivió el país el pasado 20 de Julio, conmemorando los 200 años de haber cesado los españoles de meter la nariz en nosotros. Ese fresco que sentimos todos los colombianos de serlo, sin permiso de Chávez y de Maduro, corresponde a lo que somos: un pueblo libre y con instituciones. Un pueblo verraco. A donde nunca va llegar el cuento de que un solo hombre pueda dirigir a su antojo, los destinos que están en manos de las ramas de poder público. Ni que las ideologías comunistas, que dejaron de existir en 1989, con la caída del Muro de Berlín, sigan vigentes en mentes calenturientas y pasadas de moda, con el cuentico del partido bolivariano.
Simplemente porque nuestras instituciones no son personales, sino institucionales, como deben ser. Que son expresión, no de un hombre, ni siquiera de Bolívar, sino de un pueblo, o bien, una comunidad con ética y valores comunes. Los egos, y con todo respeto, los entiendo en casos como el de Maradona, unidos a un deporte, a un esfuerzo físico y mental, muy diferente cuando uno está frente a un pueblo multiétnico y pluricultural, con una diversidad natural de las más grandes del mundo, esparcida entre las tres cordilleras, con alturas de más de 5000 metros, los grandes valles del Cauca y el Magdalena, los Llanos Orientales y la Selva Amazónica. Todo lo cual conforma una cultura que está a años luz de un súper ego.
Somos un pueblo diverso, pero con una sola alma. Ser colombiano, señor Maduro, por eso, no es lo que usted se imagina. Usted ha debido venir a ver el desfile militar con 10.000 hombres, 76 aviones y toda la parafernalia del nuestro glorioso ejército que está a años luz de lo que usted tiene en la cabeza. Tiene que comprender que cuando usted mete la nariz allí, está demostrando ignorancia, falta de respeto, y una necesidad de ilustrarse de cómo son las cosas, muy diferentes a la de cualquiera de nuestro países hermanos, que nosotros respetamos, y a donde, estoy seguro ningún colombiano metería la nariz donde no cabe.

domingo, 18 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 58

Me le apunto a creer que Jesús es la palabra y María el corazón. Y que no hay palabra si no tiene corazón. Y además, creo que todos los seres humanos están al alcance de lograr esa comunión, pues es imposible que la vida sea feliz sin este presupuesto. Vivir la vida y hacerla feliz es la meta obvia que nos mueve a todos, pues nadie quiere estar triste o desesperado, al ver que lo finito y lo corruptible que nos rodea, es lo único en donde ponemos nuestro corazón.
Es debido a eso que tenemos el corazón ahogado, sin vida. Es más, lo tenemos pegado a la tierra, y por lo tanto vamos a morir como mueren los moscos. Bueno, lo moscos tiene una disculpa bien grande: son moscos. Pero para un ser humano hacer como los moscos, (que siempre viven alrededor del almíbar), es una pérdida enorme.
Claro, uno entiende que los moscos no hablan. Que no escriben libros. Que no han hecho piezas de teatro. Que no han inventado nada distinto a volar por entre el almíbar de las flores. De pronto los moscos no son tan importantes como las mariposas. Tanto por el color, como por el estilo loco de volar, haciendo miles de cabriolas para asentarse milimétricamente a las flores, en busca del almíbar.
Se debería hacer una gran campaña para que los seres humanos dejen de ser moscos o mariposas. Lo primero para lograr la paz, y que las FARC y Chávez aprendan a gobernar sin echar bala física y cañonazos en palabrotas con dinamita. Yo confío en que el resto de ciudadanos están ya capacitados para el presupuesto del amor y la palabra.
Lo segundo para que alcancemos a seguir bañándonos con agua, ya que esta se va a acabar en unos años, cuando el calentamiento global evapore las manas de agua, los nacimientos y los ríos.
Los humanos al dejar de ser moscos, estoy seguro que aprenderán no sólo a reciclar, a no botar papeles en la calle, a cuidar los árboles, a amar la naturaleza para que siga siendo lo que es: naturaleza. No habrá peligro de que se acaben las ballenas, por ejemplo. Ni ningún ser animal o vegetal. Nos amaremos con el corazón de María y seguiremos la palabra de Jesús, para que entremos a trascender desde la vida a sentirnos felices con la muerte pasajera. Jamás volveremos a decir: ¡pobrecito se murió! Sino ¡qué bien! Ahora, el que murió, continua siendo persona, sin las limitaciones del espacio y del tiempo que tienen los humanos. Estaremos tan alegres, que la vida sin violencia, estará llena de ese amor puro que transforma la materia en espíritu.
Se acabó la guerrilla, se acabó el terrorismo, se acabó la pobreza y el hambre. Le Ley está vigente sin agentes de justicia, y el Estado se tornó pacífico, sin armas. ¡Que vivan Jesús y María!

sábado, 10 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 57

Hoy no tengo nada en la cabeza sobre el tema de la violencia. ¡No sé qué hacer! Bueno resolví ir a Hacienda Santa Bárbara a leer un libro de Rimpoché y tomar un capuchino en Juan Valdez. Su título “El libro Tibetano de la Vida y de la Muerte”. Más de 500 páginas de letra. Y el tema central algo que la mayoría de la gente en Occidente no hace: ¡meditar! Increíble. Un tema que parece sencillísimo, mogollo, mamey. Pero en el fondo tiene sus bemoles. Uno no se cansa de ver alrededor de la meditación un misterio inacabable, nuevo cada día, profundo y a veces, hasta agradable, inclusive puede en su momento terminar con humor.
Nadie me lo cree, pero Dios es chistoso. Le fascina el humor, siempre y cuando uno actúe como un niño chiquito octogenario, cazando moscas humanas o corriendo por esos corredores de la vida pasada, en una vieja casa republicana de estilo afrancesado, en la calle 14 # 5-17. Aparece la Loca Margarita vestida de rojo, en el Parque Santander, gritando ¡viva el gran partido liberal! O Pomponio vagando por esas calles de La Candelaria, diciendo groserías, si uno le dice: ¿Pomponio quiere queso? Y además, llevando la correspondencia de un matrimonio, parado en el puente de la quebrada de San Agustín, en la Séptima con carrera quinta, diciendo: ¡Estas relaciones se jodieron! Frase que refuerza rompiendo con fuerza una invitación… No las rompe todas, para que le paguen el servicio. Y ve uno pasar al Bobo Tranvías, corriendo con vestido policial detrás de una Nemesia, de una Lorencita o de uno tranvía abierto, lleno de gente en el estribo lateral. Y vuelvo a abrir lo ojos, y me digo: ¿Esta es la impermanencia? ¡Sí, claro! No queda nada de entonces…
Cuando de pronto me tocan el hombro, y regreso a la actualidad violenta. Es Libardo, el embolador del centro comercial de Hacienda, quién se desinfla apenas me ve de tenis. Me mira el libro que llevo y sonríe y sigue corriendo, diciendo para sus adentros quién sabe qué. Le pido disculpas. Le explico que los tenis los uso porque tengo que caminar, con bursitis en mis rodillas. Y me quedo mirando el libro de Rimpoché, es decir en la olla.
Llegó al apartamento de vuelta. Pongo el minutero para que timbre a los 10 minutos. Y me siento en el zafú para meditar. Me imagino que soy un monte, como el Pionono en el Valle de Teusacá. Quedo de una sola pieza como la banda de Guatavita. Respiro profundo. Cierro los ojos por un momento, y cuando los vuelvo a abrir, me encuentro con la impermanencia. Todo se termina, se acaba. No sólo mis malos genios, mis resentimientos. Todo.
Me vuelven a tocar el hombro. Esta vez no es Libardo, sino Dios. Casi me desmayo. Y cuando recupero la serenidad, me hace una seña para tranquilizarme. La impermanencia es el mar me dice. Tú eres una ola. La ola sale del mar y regresa al mar. La impermanencia es eso, porque allí nada es permanente, por lo menos en la superficie, donde actúa el viento. Es mirar el oleaje del mar. La ola sale porque el espíritu creador tiene que hacerlo. No puede quedarse eternamente quieto. ¡No, qué pereza!
Dios se da cuenta que me disgustan sus tesis sobre que somos del mar, salimos de él y regresamos a él. Pero Él insiste que estas comparaciones son necesarias para entenderlo a Él. Es que mi problema, me dice, es que Yo no me veo. Y es evidente, si no haces un acto de fe, no me ves. Así de sencillo. Si supieras lo que me costó inventar la imaginación. ¡Fue terrible! No sabía cómo hacer para que ustedes me vieran… o mejor me entendieran. Se imaginaran como soy. Bueno, sólo tuve la acción de hacer comparaciones. Por eso la idea del mar es excelente.
Fíjate, Yo tengo que estar en todas partes. Metido en todo ser vivo. Quien quieras que veas, ahí estoy. Claro que el mar no lo explica todo, pero es una forma de explicar la impermanencia de las olas, y la permanencia del mar. Sí, ¿no me crees? El mar lo puedes ver como una totalidad, o como algo que en su superficie está lleno de olas impermanentes.
Y Dios me explica que el viento es la imaginación… es lo que produce las olas. Sí, me afirma, el viento me sacó de problemas. Bueno, y ¿tú que haces con ese libro de Rimpoché? ¡Ay! Padre eterno… es que no sé qué hacer para meditar sobre la violencia. Imagínese que es mi tema. Y este budista tibetano es un genio para llegar al interior de uno, por medio de siglos de práctica en ese arte de estarse uno quieto, respirando profundo y pensando en su Merced. O en su Persona, como dice en Boyacá.
¡Y Dios suelta una carcajada inmarcesible! ¡Y Oh júbilo inmortal! Me lleva de una al cielo, y me dice que el cielo no existe. ¿Sabes lo que existe? Ese zafú, en que estás sentado. Existes tú con esa cara de tonto. Y yo me pongo bravo. Pero el me tranquiliza. Mira, Ernesto, no te preocupes, el cielo no existe porque yo soy todo y estoy en todo. Diríamos que el cielo soy yo, y tú, la tierra.
Y Dios se fue. Claro que le tocó devolverse. ¡Ah¡ Sí, yo soy el mar y tú la ola… se me olvidaba. ¡Qué tipo tan cansón, caray! Y le pregunto: ¿Yo o Tú? ¡Ambos! Y se va, pero se queda.

domingo, 4 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 56

Transcribo el artículo 16 de la Constitución Nacional de 1991, para hacer una reflexión que nos ayude a luchar contra la violencia. Sé que el tema no tiene muchos amigos. Pero vale la pena copiar el texto del mencionado artículo, y ver qué tan lúcido es frente a nuestro tema de siempre, de todos los días.
De Hernán A. Olano García, copio de la CN, quinta edición, impresa por Ediciones Librería Doctrina y Ley, Ltda. (Santa Fe Bogotá, D.C., 2000): Artículo 16. Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico.
En resumen uno es libre, mientras esa libertad no afecte a los demás y al orden jurídico. El libre desarrollo, no menciona el daño que las personas se puedan hacer a sí mismas. Como el suicidio, por ejemplo. Que puede ocurrir en un momento de locura, es cierto. Pero nos disculpamos porque nos educaron así, ya que no somos conscientes de respetar lo que es sagrado. La vida no es nuestra. Es un don divino, original, es decir, que no se repite, con una misión que no solamente debe respetar los derechos de los demás y el orden jurídico, sino también ese don divino propio, recibido como una gracia gratuita, a la que debemos fundar en valores y cumplir con la misión encomendada: servir a los demás y ser su ejemplo.
Ser adicto, individualmente, es normal, dentro del espíritu del artículo 16. Tener Sida, pues claro que también. Prostituirse, ¿por qué no? No hacemos el acto carnal o coito, en el mismo momento con los amigos, luego no estamos violando los derechos de los demás. Aunque le estemos quitando a los amigos las amigas. Sí, la vida la recibimos “made in” Reino de Dios, y por el libre desarrollo de la personalidad, la hemos transformado en una baratija finita y corruptible, que habrá que botar a la basura, cuando muera. Sin valores, porque la hemos transformado de espíritu en materia pura, avaluada en dólares.
Lo mismo ocurre con el alcohol. Los niños de 10 años, en virtud del mencionado artículo, pueden ser consumidores. También pueden llevar la dosis mínima, y es legal. Las directivas de los colegios no pueden hacer nada. Si lo hacen, los padres se valen de la tutela para que los vuelvan a recibir. En este caso los niños de 10 años, quedan un poco por dentro del artículo 16, pues corrompen a sus compañeros. Es decir, que el libre desarrollo esta vez sí es nocivo para los demás. Pero “tranquis”, todo se soluciona con una matrícula condicional, que se vuelve incondicional cuando ya todos los alumnos sean alcohólicos o adictos, merced, al mencionado artículo.
Finalmente, los padres de familia deberíamos hacer “lobby” en el Congreso de la República, a ver si se logra cambiar el texto del artículo 16, por este otro: Artículo 16. Toda persona tiene derecho al libre desarrollo de su personalidad, fundado en valores que permitan el cumplimiento de su misión de vida como ciudadano, con sus derechos y sus obligaciones, y sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, en busca de una sociedad justa, en sus fines y propósitos, para todos los colombianos, sin distingos de clase y condición.
Todo parece claro. No tenemos una libertad total, porque nos obliga el respeto por uno mismo, y los demás. No podemos hacer lo que nos dé la puerca gana. ¡Así de sencillo! ¡Qué pena! Pero es así. Cuando Jesús dice: amad a vuestros enemigos, nos está diciendo una verdad con 2000 años en desuso. Pero es exactamente la manifestación de que no tenemos la libertad para odiar, matar, aborrecer…en fin. La libertad, y el libre desarrollo de la personalidad, son para amar, con amor puro. Se empieza por la autoestima y se transmite a los demás. ¡No es más!

viernes, 2 de julio de 2010

LECCIÓN DE CRISTO 30_6_2010

Mateo 10, 11-15. Misión de los doce. Mateo da instrucciones a los discípulos. Hay que informarse de quienes habitan en las casas a donde ellos vayan. Los judíos y los cristianos no se entienden bien. Si son mal recibidos en esas casas deben salir de allí. “Y si no se os recibe ni escuchan vuestras palabras, al salir de la casa o de la ciudad, sacudíos el polvo de vuestros pies.” Evidentemente, en el ámbito de la iglesia, existía tensión entre cristianos y judíos. Los jefes judíos aparecen como adversarios a Jesús. Y agrega Mateo una sentencia: Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad.”
La sacudida del polvo de las sandalias tiene varios significados. No perder el tiempo pensando en lo negativo que les pasó. No juzgar. No guardar resquemor alguno. No hacer suposiciones al respecto. Echar para adelante, sin volver atrás. El camino sigue, y en él van a encontrar a los que si los reciben. “Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.” ¡Y san se acabó!
Dios, además, da la paz a los que están con Él. Y la predicación de esa paz está dada para el pueblo de Israel que es el pueblo elegido. La renovación de la nueva fe en Jesús, está dada entonces, para la gente creyente en Él. Es para gente que va en la misma onda. Es el contexto de la palabra, ya que es con ella, que aprendemos el camino de Jesús. Y esto se produce en las sinagogas, en los sitios de enseñanza, a donde van judíos. Son las personas que van con el mismo “link”, (eslabón, vínculo, enlace). Hay que buscarlas y generalmente se buscan entre sí. Son afines.
En la misión de los discípulos hay momentos importantes, pues la predicación tiene etapas: lectura, meditación, compartir, oración y contemplación. Es el proceso que se sigue. Hay que permanecer en la misión, que desarrolla una itinerancia en donde debe haber momentos de permanencia. Hay que establecerse, porque la misión debe durar un tiempo.
En los momentos de la misión siempre empezamos por la lectura de la palabra, que es el ejercicio de escuchar o no ser escuchado. Recibido o no ser recibido. Aceptado o no ser aceptado. Todo esto es normal en el proceso de la predicación.
Es bueno recordar que los discípulos estaban en un medio donde todo el mundo se conoce. Como en los pueblos pequeños. Porque no es la macromisión, sino la micromisión. Es un contexto pequeño, digamos familiar.
También es bueno recordar que el pueblo de Israel aspira a volver a la época del rey David, (1000 A.C.) que es el rey ideal en el AT, y en el NT, el pariente lejano de Jesús reconocido por San Pablo (RM. 1,3), y el mismo Mateo (1,17). Digamos que esto está en el “link” que une a unos y a otros, judíos y cristianos.
Pero vemos que Mateo es muy fuerte en su discrepancia con los judíos, cuando habla de Sodoma y Gomorra, aludiendo al Dios castigador, que se hace más fuerte con ellos, cuando no escuchan el mensaje de Jesús. Este tipo de lenguaje es común en Mateo. Él es firme. De manera que ante el desarrollo posterior de la imagen de Dios, que establece Jesús, por ejemplo con el padre del Hijo Pródigo, donde Dios es paz y es amor. Nos parece entonces, que lo de Sodoma y Gomorra, es más una amenaza, una advertencia de peligro, que el regreso al Dios castigador del Antiguo Testamento. Resumiendo: es un tipo de lenguaje que se utiliza para lograr una respuesta.
Finalmente, Dios es la paz. Lo que Dios es, es lo que nos proporciona paz. Dios es suficiente para mí. No necesitamos más en el mundo que estar al lado de Él. Dios es amor puro, amor puro que da la vida por sus ovejas. Y quién está con Él, nada le falta. Santa Teresa de Ávila conecta la paz con el amor, en este verso que resume lo que es Dios para ella:
NADA TE TURBE…
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa;
Dios no se muda;
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quién a Dios tiene,
Nada le falta,
Sólo Dios basta.
Transcribo este verso que muestra también la presencia de la paz y el amor puro, en un Dios semejante al del NT.
ANÓNIMO
A JESÚS CRUCIFICADO
No me mueve, mi Dios, para quererte
El cielo que me tienes prometido:
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
Clavado en una cruz y escarnecido;
Muéveme ver tu cuerpo tan herido;
Muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No tienes que darme porque te quiera;
Pues aunque cuanto espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera.
NOTA: Ambos versos de principios del Renacimiento, siglo XVI.

martes, 29 de junio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 55

Claro que en el Encuentro con la Violencia 54, el razonamiento se fue por la parte negativa nuestra, que aunque a veces tenemos que referirnos a ella, y reflexionar al respecto, resulta que no podemos quedarnos ahí, por razones obvias, pues tenemos sobrados ejemplos que nos llevan a la violencia, cuando no somos capaces de empoderarnos con nuestra autoestima y ver lo que nos ha dado la naturaleza.
Sí, tenemos gente maravillosa y un país increíble. Bastaría referirnos a un antropólogo alemán que quería estudiar el trópico, y se fue al Brasil, y no tardó mucho en darse cuenta, que aunque Colombia cabe 8 veces en el Brasil, allí no tienen la variedad de climas, flora, fauna, etc. No hay allí el páramo, por ejemplo. Ni los ricos valles del Magdalena y el Cauca, que forma la Cordillera de los Andes, al bifurcarse en tres grandes ramales. Y cuando este alemán vino a Bogotá, (2640 metros sobre el nivel del mar), podía en pocas horas de viaje, pasar del páramo, al frío, al clima medio y a la tierra caliente.
Y además de ser un país pluriétnico y pluricultural, tiene ventajas cuando ya se ha logrado convivir en paz, y tener en el Congreso de la República una representación de todo lo que somos. Y sin pecar de optimistas, hemos podido mantener una democracia, con todos nuestros defectos. Pero democracia.
Sin duda, la gran necesidad para avanzar, aunque es muy complicada, tiene que ver con el comportamiento mundial respecto de la droga y los adictos. La despenalización del clorhidrato de cocaína les traería a países como Perú y Colombia, unos beneficios enormes. Una baja en la inversión en sus fuerzas armadas, ya que combatir la droga en las selvas del Amazonas es muy costoso, pues tiene que hacerse con la fuerza aérea y tener una preparación especial para vivir en la jungla, en donde no hay vida civilizada.
El campo, que es la gran riqueza de nuestras naciones, podría recibir la inversión, la infraestructura y la tecnología que ahora no recibe, por el terrorismo. Y los terroristas dejarían de recibir las millonadas de dólares que les produce el narcotráfico. Los poderes del Estado, no estarían invadidos de personajes siniestros, ya que la penalización de la droga genera la necesidad de vivir en forma ilegal, a espaldas de la persecución legal, y esto trae como consecuencia la invasión de dineros calientes a todos los niveles del Estado y de la misma sociedad.
El mundo asumiría la responsabilidad de preocuparse por sus adictos, haciéndoles ver el daño que se hacen a sí mismos y a sus familias. La inversión social pasaría a darles salud y bienestar a las familias de los adictos. Ya que es suficientemente conocido que las familias en los países desarrollados y subdesarrollados, están pasando por un momento crucial: no hay hogar, no hay sentimientos familiares que unan lo que la droga y el vicio destruyen.
Una campaña mundial contra la adicción en general, le traería inimaginables beneficios a la sociedad. Pero claro, (y aquí la parte negativa), sin trago y sin droga, ¡qué mamera vivir! ¡Qué jartera! Dirán la mayoría.
Yo me iría con la minoría. Porque qué bueno pensar en volvernos como los niños, y aficionarnos por jugar, cantar y mirar por la televisión y el Internet, nuestra prodigiosa naturaleza, y descubrir que ya no está caliente el mundo y que los nevados de nuestra cordillera han vuelto a recuperar su nieve. Sí, eso es lo positivo: la minoría vive plenamente, sin otra ayuda que su interior espiritual y su corazón puro.

domingo, 27 de junio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 54

Los colombianos tenemos que aceptar que nos hace falta mucha cultura, si queremos acabar con la violencia. Por ejemplo, todos los días, cuando salgo a la calle, recojo los papeles de mis compatriotas, que no tienen el nivel educativo que les enseña que las canecas de basura están para eso. En Usaquén una alcantarilla destapada duró meses frente a la alcaldía local, sin ser repuesta. Es más a unos metros de la misma alcaldía, los ladrillos de la calle hace años se están deteriorando. ¡Increíble! Hay que esperar a que haya que hacer una obra grande y costosa que permita la consabida tajada.
No me refiero sino a estos dos detalles simples, para demostrar con creces nuestra falta de cultura.
A lo de botar los papeles a la calle faltó agregar, que cuando llueve, el agua lleva estos a las alcantarillas, y luego, en los barrios del suroccidente de Bogotá, se forman unas inundaciones increíbles. ¡Se tapan los caños! Pero la educación, no nos permite pensar en los demás. ¡Nos importa un comino! O lo que es peor: ¡Ni nos importa, ni pensamos en eso!
Los carros por la carrera sexta con 117, paran y obstaculizan el tráfico. Se produce una pitadera infernal a la una de la mañana. ¡Todo el mundo se despierta! Y no pasa nada… ¡Todo es normal! Bueno, hay que agregar que los conductores que obstaculizan y los que pitan, utilizan un vocabulario soez. ¡Muévete H.P.! ¿Y qué, no puedo parar si me da la real gana? ¡Huevón! Claro que H.P, es lo más castizo que utilizan.
Pasar por la Plaza de Usaquén es costoso. Por lo menos, para los que dan limosna. Estos se encuentran con tres o cuatro alentados ciudadanos que suponen que no hay empleo. Entiendo que el Código de Policía prohíbe la limosna, porque contribuye a fomentar la indigencia, y la indigencia pues es una lacra social que destruye las vidas humanas del indigente y sus familias.
Pero no hay la conciencia, tanto de la sociedad como del Estado, para acabar con este grave trauma social. ¡Es normal! Unos dan y otros no dan. Pero nadie asume la conducta que debe ser la de ayudar a acabar con la indigencia, en la medida de las capacidades de la sociedad y de la creación de empleos. ¡Eso no existe! Conducta que debe ser general, dentro de la mínima educación ciudadana. (¿Qué un desempleado produzca algo en nuestro interior? ¡No, ni de fundas!)
Bueno, y de los desplazados ¡ni hablar! Nunca se sabe si es verdad o mentira que lo sean. Si es verdad, desde luego, es un problema de Estado, que hay que arreglar con la autoridad para regresar a las víctimas a su lugar ancestral, o bien, a su derecho de vivir donde estaban, y de donde fueron sacados a la fuerza.
El famoso cartel: “Soy desplazado”, permanece a la salida de las iglesias, o bien por la calle, como si el ciudadano común pudiera derrotar el terrorismo con limosna. ¡Es increíble! Y esto pasa frente a la policía, si es que hay algún agente por ahí.
Sí, de verdad ¡somos un pueblo inculto! Nos falta mucho. Y nadie dice nada. Todo el mundo conforme. Un conformismo que repugna en varios estratos. ¡Claro!, el más repugnante es el oficial.
Otro motivo que preocupa es tener la mayor tasa de desempleo de América Latina. Alguien propuso que los millones de empleados oficiales, es decir, la burocracia, se regularice con una norma que establezca que un funcionario público que tenga cierta cantidad de capital, debe renunciar para darle paso a los desempleados. ¡Obvio! (¿Pero quién es el estúpido que piensa eso?)
Otra norma debe establecer que el burócrata que no trabaje, debe ser penalizado con cárcel. El motivo, el Erario Público es sagrado, y el compromiso de cumplir con sus funciones es tan grave, que genera delito no cumplir con el juramento, cuando se posesionó. (Sí, porque el funcionario debe jurar cumplir con su deber, como lo hacen los militares). Pero no, como es parte de la llamada clientela, él juró desempeñar con lealtad por amor a su patria, y en bien de todos los colombianos, por la tajada en el presupuesto. Es evidente que las famosas clientelas están profundamente arraigadas en nuestra politiquería. ¿Qué se acaben? ¡No, ni de fundas!
Además, las clientelas y los “lobbies” de los paras, narcos, etc., han convertido al Congreso de la República, en un centro comercial, a donde se llega, no por el voto popular, sino por una inversión millonaria, que hay que recuperar, luego de la campaña electoral, con la compra de votos.
Acordémonos de la dosis mínima, que luego de años hubo que penalizar. O bien, el artículo 16 de la Constitución del 91, sobre el libre desarrollo de la personalidad, que es obra de narcos seguramente. Eso produjo la dosis mínima. Y además el libre desarrollo de la personalidad, le produjo a Tirofijo en su tiempo, la suficiente tranquilidad de conciencia, para matar colombianos a lo que daba el tejo. El artículo 16 de la CN del 91, lo que debe decir, es que el desarrollo de la personalidad es con valores. Es decir con educación. Luego ¿no se sabe que el ser humano es terrible? ¡Lean los periódicos, por favor!
No sé: ¿el libre desarrollo de la personalidad en este medio en que vivimos? (Bueno, ¿usted está tarado o qué?) Pienso que el partido verde, le puede prestar un gran servicio al país, cuidando que se superen estas críticas, producto de nuestra falta de educación. ¡Claro que la violencia se produce por falta de educación! Así como es una verdad total, que el desarrollo de un país, se hace basado en la buena educación de sus ciudadanos.
Se puede hacer la prueba viajando a los países desarrollados, a ver si allí se encuentran todas las críticas que hemos expuesto aquí. Y si se encuentran, por favor, protesten.
Las autoridades de ese país, apenas se enteren que usted es colombiano, es posible que le acepten la crítica, y de paso le pidan clorhidrato de cocaína. ¡Qué cosa esta! En esos países el adicto es legal, es decir, es lícito drogarse. Solamente en países subdesarrollados como Perú y Colombia, es ilícito producir la coca. Pero ese es otro problema, donde los sepulcros blanqueados, (bien desarrollados), nos ganan… sobre todos los bancos que mueven los dólares del negocio. Ellos se rasgan las vestiduras… ¡Qué cosa esta! ¡Cómo se les ocurre penalizar la droga, si el consumo es legal, y produce platica!
Y lo traje para demostrar que la violencia siempre se genera cuando el corazón humano está corrompido por lo material, y no tiene la fuerza espiritual para penetrar en su interior, a ver esta verdad: ¿Soy una persona honesta y responsable?
¡Claro! El mundo desarrollado también requiere cambios en su educación. Pero esto no nos justifica a los subdesarrollados, que permanecemos impávidos frente a nuestra situación, con un complejo de inferioridad tan grande, que el único latinoamericano que se salva, se llama Maradona. Ojalá este blog se publique en el Ecuador además, a ver si el juez de Sucumbíos se entera de la situación del mundo y de los colombianos en particular. ¡A no! Los países vecinos piensan que somos así: unos H.P., no sólo en el sentido que sabemos, sino en que tenemos caballos de fuerza, que ellos no tienen. ¿Será envidia?

sábado, 19 de junio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 52

De forma muy honesta y sincera, el poder confrontarnos a nosotros mismos, con un verdadero sentido crítico, es lo que nos podrá ofrecer un verdadero amor propio y aprecio por quienes somos. No obstante el ambiente cultural en el que nos movemos y la forma como los demás interactúan con nosotros, tienen un impacto significativo en nuestra experiencia y nuestro propio nivel de negativismo. Especialmente cuando el ser humano se deja ir por la violencia para resolver los conflictos. Cada uno de nosotros es el autor del libreto de nuestras vidas. La falta de apreciación, y en última instancia, el intenso negativismo con que vemos el mundo que nos rodea, y la forma como nos expresamos de las personas que nos acompañan, refleja de forma directa, el grado de falta de apreciación y negativismo hacia nosotros mismos.
Los filósofos humanistas, y particularmente las corrientes orientales, dicen que primero debemos ver nuestro lado oscuro, para poder ver el brillo de nuestro propio ser.
La gran mayoría de las personas, no le diría a otro ser humano, algunas de las horribles cosas que con frecuencia nos decimos a nosotros mismos, sobre nosotros mismos; como soy de estúpido, cómo soy de tarado, pero que cretino soy, mucha pelota que soy, etc. Si alguna persona nos hablara de esa misma manera, inmediatamente desarrollaríamos una inmensa repulsión hacia esa persona, y muy probablemente entraríamos en una gran pelea con dicha persona. Muchos de nosotros estamos constantemente exigiéndonos de forma muy dura, y desarrollando una obsesión con nuestras percibidas debilidades.
Cuando luchamos por el perfeccionismo, con frecuencia no lo alcanzamos, y nos colocamos y llevamos a los demás a sentir la misma frustración, estrés, y presión innecesaria. El ser un perfeccionista, nos es algo de lo que usted se deba sentir orgulloso. Todos llevamos nuestro propio “Gremling” (pequeño monstruo o duende destructivo), en nuestra cabeza. Estamos familiarizados con él, y podemos escuchar su voz cada vez que las circunstancias le permiten que aparezca. Este Gremling es aquél que nos dice que; “Yo no puedo hacer eso”, o “Eso es muy difícil para lograrlo”, o “Yo no entiendo y me declaro impedido para hacerlo”. Ese Gremling no está interesado en su éxito o en su felicidad. Él no quiere que usted desarrolle aprecio por usted mismo. Por el contrario, fomenta su auto crítica destructiva, su propio sabotaje, y las exigencias por su perfeccionismo.
No nos damos el reconocimiento y el aprecio requerido, entre otras cosas, porque no sabemos cómo hacerlo, nos parece arrogante, jactancioso, estamos tan concentrados en lo que estamos haciendo mal, que no vemos lo que estamos haciendo bien, no deseamos convertirnos en perezosos o en complacientes, nunca hemos sido motivados para hacerlo, se siente muy incómodo cuando lo hacemos.
El hecho es que con todo el negativismo que tenemos en nuestras cabezas, nuestras ridículas exigencias de perfeccionismo, y la presencia de nuestro Gremling dirigiendo el show, es muy difícil para nosotros el poder escuchar los reconocimientos que los demás nos hacen. Nuestra inhabilidad para aceptar los cumplidos de los demás, es un síntoma de nuestra propia falencia para producirlos hacia nosotros mismos.
Vemos cosas negativas en las demás personas debido a la forma como nos sentimos nosotros con relación a nosotros mismos. Esto es lo que Sigmund Froid denomina “Proyección”; el ver cosas negativas en los demás que nosotros sabemos, o tememos, están en nuestro propio interior. Las personas atribuyen sus propias características indeseables en los demás. Con mucha frecuencia estamos ciegos con relación a la forma como proyectamos nuestra propia insatisfacción y debilidades.
Nosotros no honramos, o expresamos, nuestras verdaderas emociones. Vivimos en una cultura que no fomenta la expresión apasionada de ningún tipo de emociones, particularmente aquellas consideradas como malas; ira, miedo, tristeza, dolor, vergüenza, culpa. Y aún más, aquellas que puedan ser consideradas como buenas, se controla su manifestación de forma “apropiada”, y por razones justificadas. Hemos sido educados en una cultura que considera que la idea de ser emocionalmente expresivo, es una cosa mal vista, nos puede llevar a meternos en problemas, y no es aceptable.
Los emociones no son malas por sí mismas, lo que es realmente malo y perjudicial, es no poder reconocer las verdaderas emociones, la inhabilidad para sentirlas, y poder expresarlas. Esto es lo que causa dolor, presión en el pecho, estrés, y no las emociones mismas.
La mayoría de las personas que se están recuperando en programas de adicción, dicen que la razón por la que ellos comenzaron, y se dejaron llevar por el vicio, (cualquiera que este fuera), fue la imposibilidad de manejar el miedo a una emoción recurrente que vivían en su pasado y que no pudieron confrontar de forma efectiva. Solo hasta el momento en el cual ellos sean capaces de reconocer y manejar de forma efectiva las emociones subyacentes a su temor, ellos podrán liberarse del yugo de la dependencia a la substancia con la que se encuentran esclavizados.
El no estar consciente de nuestras verdaderas emociones, el no sentirse cómodo con ellas, el sentirse sin permiso de poder reconocerlas y expresarlas, puede generar negaciones deliberadas hacia nuestro interior. El no saber cómo honrar o expresar nuestras emociones de una manera efectiva y de forma productiva, es aún más perjudicial.
REFLEXIÓN
¿Con qué frecuencia se da usted permiso de reconocer sus propias emociones? ¿Reconoce usted en qué estado emocional se encuentra? ¿Se atreve usted a manifestar de forma espontánea y natural su estado? ¿Puede usted reconocer los frenos que le impiden expresar sus emociones? ¿Qué papel juega el miedo al expresar sus emociones?

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 53

He recibido estas recomendaciones que son importantes, para lograr vivir en paz consigo mismo y con los demás. Las copio textualmente. Me las envía Isabella Guevara Duarte, para que las utilicemos en este tema de la violencia. Me parecieron importantes, si queremos vivir felices consigo y con los demás. Acordémonos siempre que está en nuestro yo interior, lograr que todos entendamos el sentido de la paz, como medida prioritaria, cada día, cada instante de nuestra vida. Este es el escrito:

El subconsciente está vinculado con el yo inferior, además el yo inferior es el depósito de los recuerdos creados por emociones fuertes. Lo que adquirimos en la vida y las metas que alcanzamos en la vida se determinan por las opciones que elegimos, realizadas por nuestro subconsciente e impulsadas por el yo inferior.
Y el yo inferior es programado por la información que contiene nuestro subconsciente y refleja el camino de vida que encuentras transitando ahora. Estas programaciones las recibes con las figuras de autoridad de tu primera infancia, como tus padres, tutores, quienes te criaron, luego maestros y también autoridades religiosas.
También estas programaciones tienen que ver con los eventos que tuvieron un gran impacto emocional en tu vida, como los traumas o los momentos de intensa alegría que vos experimentaste. Esto te lo digo solo para que reflexiones y no para que culpes algunas de tus fuentes de programación, Sino más bien para que puedas entender que puedes reprogramarte. Tu subconsciente y por ende tu yo inferior puede ser reprogramado con tanta facilidad como fue programado originalmente.
No importa cual haya sido tu pasado, puedes fácilmente reprogramarte y cambiar ahora tu camino de vida. Unas de las técnicas que se utilizan para la reprogramación es la Hipnosis, altamente efectiva.
En mis audios de reprogramación subliminal, hay una relación directa con la hipnosis, ya que con mi voz se guía a la consciencia, se relaja con música el cuerpo y se comunican las sugestiones poderosas o mensajes subliminales para lograr una efectiva reprogramación mental.
Me gustaría que realices conmigo este ejercicio de relajación y de visualización: Siéntate en un lugar tranquilo y con ropa cómoda, quiero que te imagines una bola de luz de color blanco o violeta justo encima de tu cabeza, siente que esa bola de luz se vuelve cálida y tranquilizadora. Trata de sentir su calidez mientras la visualizas. Luego imagina que esa luz desciende desde tu cabeza por todo tu cuerpo, al entrar por tu cabeza te relaja, eliminando las tensiones de tu cuerpo, luego siente que tus músculos faciales se relajan, luego baja esa sensación de relajación por todo tu cuerpo, relaja tu cuello, hombros, brazos, antebrazos, hasta la punta de tus dedos de los pies, sintiendo pesadez. Trata de revivir la sensación de hallarte en un entorno pacifico, visualizando el sol, el cielo, la quietud de un lago o un mar, o una montaña; esto te ayudara para que luego de esta relajación puedas realizar tu reprogramación mental subconsciente repitiéndote frases de programación positiva en voz alta, como yo soy felicidad, yo acepto la prosperidad espiritual y material en mi vida, amén.

miércoles, 16 de junio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 51

En Colombia convergen sobre este tema de la violencia, unas fuerzas que hacen difícil su comprensión para propios y extraños. Una juez sentencia a un militar a varios años de cárcel, y nadie queda conforme. No hay una legislación judicial justa para los militares. Influyen las fuerzas oscuras del narcotráfico y del paramilitarismo, que invaden todos los estamentos del estado. En el genocidio de El Salado, por ejemplo, un corregimiento de El Carmen de Bolívar, pasaron 10 años de impunidad, para que los estamentos estatales y judiciales actuaran. No en el sentido de hacer justicia, sino de darse cuenta del hecho. ¡Tomarlo en cuenta POR PRIMERA VEZ!. Para seguir, claro, más o menos en lo mismo. Y nos haríamos intensos si hiciéramos una relación para demostrar lo que todos sabemos: tenemos una justicia inválida, coja, que no llega. Pero no es el poder judicial el único responsable. ¡Lo somos “todos” sin excepción!
Frente a esta referencia a “todos”: ¿Qué está pasando conmigo mismo? ¿Dejamos que pasen los hechos, miramos para otro lado, y nos conformamos con ser indiferentes? ¡Eso es exacto! Bueno, esta sensación de impotencia, proviene de un hecho patente: nos sentimos eso: impotentes. Y es difícil esto porque el materialismo nos impide estar agradecidos por nuestras vidas, reconocer a los demás, y, más específicamente, apreciarnos a nosotros mismos como parte de una sociedad civilizada espiritualmente, (y no materialmente). Máxime cuando la vida es pasajera, lo material es finito y corruptible. Todo lo que nos rodea es momentáneo, y solamente nos sirve para trascender. Creemos que hay que arreglar todo con violencia, en forma inocente. Creemos en los militares echando bala a lo que den. ¡Esa es la incongruencia! Cuando la vida es sagrada y no es material. Tiene un final, que no aceptamos. Decimos en forma estúpida: ¡Pobrecito se murió! Si todos comprendiéramos que somos espíritu, podríamos llegar a ser felices, ahora y siempre.
A propósito de la vida sagrada, hay este ejemplo, con un maestro de Sogyal Rimpoché, quién le dice: “Rimponché mira que pulcro y qué limpio lo tienen todo en Occidente. Hasta los lugares donde depositan los cadáveres están inmaculados. En Oriente, ni siquiera las casas donde viven las gentes, están tan limpias. —Ah, si—respondió él—, es verdad; este es un país muy civilizado. Tienen unas moradas maravillosas para los cadáveres de los muertos. Pero, ¿no te has fijado? Tienen moradas igualmente bonitas para los cadáveres de los vivos.”
Es que la vida y la muerte van juntas. Se viven juntas. No están separadas. Inclusive la muerte, es lo que le da más sentido a la vida. El que tiene esa consciencia no le asusta la muerte, pues es lo que espera para trascender, como lo dice San Pablo en sus epístolas. Sí, queridos hermanos, los dólares se quedan acá. O como me decía alguien: Tomando a Jesús de referencia, y si fuera la vida eterna, llevaríamos dos mil años yendo al baño, cepillándonos los dientes, y pontificando, como algunos llaman, nuestras visitas diarias al inodoro.

jueves, 10 de junio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 50

Para nuestro tema, ¡claro que la naturaleza también es violenta! Pero dentro de sus leyes cósmicas, no inspiradas en el odio humano, sino en Ley divina. Por ejemplo, un Paéz de Tierra Adentro, en el departamento del Cauca, en Colombia, decía que la avalancha ocurrida por la erupción del volcán Arenas, en 1985, fue producida por las nieves perpetuas del Nevado del Ruiz, que desapareció a Armero (22.000 muertos), y que ellos no detectaron con antelación al hecho, porque la colonización occidental los separó del contacto con la naturaleza. A este propósito, Chopra señala, que la sincronicidad sólo ocurre cuando las personas, los animales o los objetos, tienen una relación estrecha, cuando están inmersos en la naturaleza. En esto lo que caracteriza al occidental es el individualismo, y al Paéz, estar inmerso en su comunidad natural, que está compuesta por personas y por la propia naturaleza que lo rodea.
Explicaba nuestro Paéz que ellos no volvieron a mirar el río, no distinguían sus cambios en caudal y en el aspecto de sus aguas. Ese río es parte del alma, porque es parte de su vida. Otra cosa pasa, cuando ellos se alejaron del Río Paéz, y se fueron para las urbes o las aldeas, como San Andrés de Pisimbalá, donde en la plaza, todos los domingos, él encontró grupos de cristianos y católicos, individualistas y alejados de lo natural. Personas que no miran el cielo o el río o la tierra. Estas religiones competían con Juan Tama, aquel pez que nació en la Laguna de Juan Tama, y que un día bajó de allí en una avalancha del siglo XVII, porque por tradición y por fenómeno físico, el río trae la avalancha cada doscientos años aproximadamente. Nos olvidamos de Juan Tama, dice mi amigo Paéz, convencido de que su mitología, es más sabia que la mentalidad occidental que vino con la Conquista.
Para un Paéz es más fácil aceptar lo que ocurre fuera de él. Cuando le falta ciencia, le pone mito. Y toma el nombre Juan, español y hace un sincretismo con Tama, Paéz. De allí nace Juan Tama. Ocurre ello sin sombra de fanatismo, porque es natural, nace como lo ve en la propia naturaleza con la fauna o con la flora.
El Paéz de este cuento no se sintió para nada confuso cuando trajimos el dicho de Chopra: El cuerpo humano está constituido por cien mil billones de cédulas. Todas las células del cuerpo humano parten de una sola. Los científicos aún no tienen idea de cómo esas cédulas son capaces de organizarse para formar cada órgano del cuerpo humano. Y esto ocurre porque ese cuerpo humano sólo puede funcionar si opera sincrónicamente, a través de la correlación no circunscrita, que llamamos el tercer ámbito espiritual. Y cuando llegamos a la mente o a la conciencia de ese cuerpo humano, nos encontramos el ámbito virtual, no circunscrito. Porque dice Chopra que el pensamiento se origina en el ámbito virtual, si no hay pensamiento, no hay movimiento. Un momento antes de pararnos del lecho, nuestro pensamiento ha ordenado: ¡Vamos, a trabajar! Debemos hacerlo en forma positiva, porque nuestros pensamientos pueden perturbar el campo electromagnético del corazón con muchas emociones, pero las emociones que más daño nos hacen son la ira y la hostilidad, y claro, la violencia que nos acompaña a cada paso.
¡Vamos a trabajar en santa paz, pues, pensando bien del otro, y con ánimo positivo de producir y servir a los demás. Y esto obedece a que en ese ámbito no circunscrito, está la conciencia y no sólo lo que llamamos mente. Es ella la que nos da la energía no circunscrita que viene de Dios. Dios está dentro y alrededor de nosotros. Dice un veda: el mundo es como una gran ciudad reflejada en un espejo. Del mismo modo, el universo es un enorme reflejo de ti en tu conciencia. Es el alma de todas las cosas. En ese espejo no sólo está lo que uno ve, sino lo que uno siente, y claro, está Dios, el autor del universo, del espejo donde uno se ve. Claro que el ideal es que todos nos miremos en el espejo con la misma intención de paz y compasión. Entonces lograríamos vivir esta vida pasajera, con la alegría de ser, a lo menos perfectos, en los términos que nos une nuestra realidad no circunscrita, con el Creador. No habría más muertes, ni violencia, ni guerra. ¿Es tan simple que parece imposible? Así parece.

viernes, 4 de junio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 49

Esta mañana le pasé la mano a mi profesora de Pilates por la axila, y luego le pregunté: ¿Por qué te ríes? ¿Qué tal que no hubiera sido yo, sino un hombre desconocido. ¿Lo habías mandado a freír espárragos? ¡Claro que sí! Imagínate que en la calle un hombre rozó el trasero de una mujer, y esto desembocó en una demanda por intento de acceso carnal violento. ¿Qué ocurre entonces? Es el síntoma de una violencia, de algunas de las partes en conflicto. Puede ser de ella por estar predispuesta a realizar un acto de violencia en defensa propia. Se ha violado su respeto. O puede ser de él, uno de esos violadores de pacotilla. ¿A qué obedecen estas conductas?
Son dos casos: uno entre personas conocidas, y los otros dos entre personas desconocidas. Chopra habla de un ámbito de sincronicidad en la naturaleza y en el hombre. Y es una manera de ver cómo se manifiestan las conductas humanas y las de los animales, de acuerdo con la conformación interior propia de cada cual. Pero es más fácil verlo en la naturaleza. Hay dos ejemplos, más simples que el del violador de arriba, o el de la vieja cascarrabias, y es mirando una parvada o bandada de aves, cuando cada una se mueve en armonía con el resto, sin que haya una líder. Lo mismo ocurre con un cardumen o banco de peces. La comunicación instantánea en cardúmenes y parvadas proviene del nivel espiritual de la inteligencia no circunscrita. Es sencillo encontrar ejemplos de sincronicidad en el reino animal, porque los animales están en contacto con la naturaleza. Los hombres urbanos han perdido ese contacto y viven dentro de lo que ellos han construido, a veces totalmente de espaldas a la naturaleza construida por Dios.
Luego todo esto reunido alrededor de las conductas humanas explica la reacción de mi profesora de Pilates, en el buen sentido, cuando el acto es positivo, ya que la mano del hombre transmite energía especial de afecto, muy contraria a lo que transmiten los pies con un patadón donde sabemos. Ese mundo circunscrito, refleja el ámbito en que uno se creó. Con los animales no hay problema. Pero con los humanos deberíamos cuidar y estudiar a diario nuestro comportamiento, para no meter las patas, las viejas malgeniadas, o los violadores de pacotilla, de tal modo que hagamos un mundo tierno, en paz, como debe ser. ¿Se podrá algún día? Con el calentamiento, la globalización, el aumento increíble que en pocos años tendremos de población, no queda otra alternativa que vivir en paz consigo y con los demás… si queremos que la vida conserve el valor sagrado que tiene y que estamos a punto de perder… Sí, claro, para eso tendremos que aprender de los cardúmenes o bancos de peces y de las parvadas o bandadas de aves. ¿Qué tal? Un súper ego de pacotilla diría: ¡No sea bruto, cómo se le ocurre!

lunes, 31 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 48

¿Cómo podemos tener esperanza, cuando hablamos de semejante trauma que la violencia deja en la vida? Hay un libro de Chopra que nos puede ayudar: SINCRODESTINO, se llama. Y para mí, es uno de los mejores libros de él, por la concepción tan simple que hace de esas cosas que nos dan en la moima. Por ejemplo, para pensar en Dios, es en la naturaleza donde encontramos los mejores elementos, mucho más que en las solas abstracciones de la mente, y para ello nada mejor que leer este libro de Chopra, donde nos trae LOS TRES NIVELES de esa naturaleza: El ámbito físico, el ámbito cuántico y el ámbito no circunscrito.
¡Claro!, uno queda medio chiflis, pero tranquis que las cosas son muy sencilla: El ámbito físico, es lo que se ve, y está dentro del tiempo y el espacio. El ámbito cuántico: no lo vemos con los ojos a simple vista, porque se trata de los objetos físicos a nivel microscópico: ondas y partículas que no se ven, pero que están dentro del espacio y el tiempo, y que se ubican dentro de la tabla periódica de los elementos químicos, con su peso y su número atómico. Una onda es una partícula con velocidad. Son también energías e información para el ámbito no circunscrito. Cuando los átomos comprimidos chocan unos contra otros, sentimos la solidez, como en el acero. No sentimos nada cuando son ondas, como las hercianas, que conocemos en los celulares, el Internet, la radiodifusión, el teléfono, el fax, la televisión. Y son ondas eléctricas como en la luz de los bombillos. Pero hay otro nivel cuántico a través de los campos de energía, ya que todos estamos correlacionados con los demás. Ejemplo: ¿qué campo de energía sentimos cuando entramos a una discoteca? O bien, ¿qué campo de energía sentimos cuando entramos en un campo de velación mortuoria? ¿Cuál, cuando entramos a una iglesia? Todo eso es información cuántica para el ámbito no circunscrito.
Hay otro ejemplo, que nos llega al alma, y por eso lo sentimos con más fuerza: se conoce como la matriz, que se forma cuando dos personas forman familia. El hogar, más específicamente. Por ejemplo, mis padres murieron en la década de los setenta, del siglo pasado. Y resulta que volví al sitio donde ellos vivían en el siglo XXI, y no encontré la matriz de ellos. Había cambiado todo, hasta la naturaleza.
¿Cómo entender esto? Sintiendo. Es en esa experiencia que lo descubrimos. Uno siente el cambio en el mundo presente, y echa de menos a la matriz.
¿Dónde encontramos la explicación a esto? En el ámbito no circunscrito, que es la conciencia. Por ella distinguimos cuando estamos en una discoteca, en un funeral, en una iglesia, o en la casa que fue el hogar de la matriz, que formaron nuestros padres.
Si nos duermen y nos llevan allí inconscientes, cuando despertemos captamos el campo de energía, sin que tengamos información de otras personas. Así pues, el nivel más fundamental y básico de la naturaleza no es material. No está dentro del tiempo y el espacio, como los otros dos ámbitos, el físico y el cuántico. Precisamente por eso se llama NO CIRCUNSCRITO, porque no lo podemos confinar a un lugar. Circunscribir es limitar una cosa, es meterla dentro de unos límites. La conciencia es como Dios, no se ve y no tiene límites físicos, que son diferentes a los espirituales. En la conciencia opera la mente. La mente es la que organiza la energía y la información que recibe de los otros ámbitos, del físico y del cuántico. Es la que le da forma y color a lo físico, y la que recibe la información de lo cuántico, como en el celular. Es desde este ámbito virtual donde todas las cosas se organizan y se sincronizan. A eso se refiere el sincrodestino, donde se puede tener conciencia cuando las coincidencias son enviadas por Dios, y donde se ven y se explican los milagros que ocurren a diario, cuando nuestra mente sea consciente del sincrodestino.
He ahí el problema cuando hablábamos de la violencia. No la conocemos porque no nos movemos en los tres ámbitos. No somos conscientes de estos… Entonces nuestra mente anda ciega, omisa, indiferente. No sopesa la importancia del ámbito no circunscrito, para entender en las que estamos: borrachos, drogados, fumadores, creídos de más y viviendo solamente dentro de los dos ámbitos que se ven, materialmente o por medio de ondas y energía. No tenemos entonces todos los elementos para saber dónde estamos y para dónde vamos.
Chopra sugiere algo para simbolizar nuestra situación. Andamos dentro del mar. Venimos a la vida como una ola, que sale del mar y regresa al mar. Es muy sencilla la comparación. El mar creador nos hizo. Con el viento nos creó como ola. Y una vez dentro del mar, nos dimos cuenta de nuestros errores, de haber desperdiciado la vida, de haber odiado y presumido que uno era mejor que las otras olas.
Pero ahora vemos el mar de otra manera. Hemos dejado de ser olas… y comprendido en lo profundo de sus aguas, el verdadero sentido del amor. Amar el mar totalmente, amar el viento que forma las olas, y descender a lo profundo, cuando entendemos lo que no supimos encontrar en vida: nuestra propia verdad.

lunes, 24 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 47

Hoy, se me vino a la cabeza cómo es el amor puro y eso me trajo a pensar en Delfín Castañeda, un viejo campesino que ya debe estar bajo tierra y que en la primera violencia, en Colombia, (mitad del siglo XX), le pregunté: Qué sentía por mí, siendo liberal y él conservador. Se sonrió. No dijo nada. Creo que levantó los hombros y siguió con la carreterilla llena de tierra, para sembrar alcachofas. Unos metros más adelante paró y se devolvió. “En Sopó, somos godos… en las elecciones pasadas votamos por Laureano Gómez, todos, sin excepción. ¿Pero sabe qué? Nos reunimos en el pueblo porque El Diablo, que es el único liberal, iba a votar por Jorge Eliécer Gaitán, el cachiporro de la mamola. Pero resulta que nos reunimos con él en la tienda y le compramos una canasta de cerveza… ¿Y su merced sabe por quién votó? Pues por Laureano.
Reímos un buen rato los dos. Ninguno se explicaba la importancia del voto. Él pensaba en las alcachofas, y yo en estas gentes de Sopó, sumergidas en una naturaleza tranquilla. A veces tan tranquilla que daba pereza tener pereza. Tomaba mi bicicleta sin rumbo, y me sentaba en las riberas del río Teusacá, que nace detrás de Monserrate, a pensar. Y pensaba qué tal que todos tuviéramos amor puro, presente siempre, con la sencillez que tienen los campesinos, como Delfín Castañeda. Luego de un tiempo él me decía, que El Diablo, el único liberal, tenía un respeto y una solidaridad por sus coterráneos que estaba por encima de sus intereses liberales. Me lo dijo, cuando traté de criticar su actitud. ¡Somos un solo pueblo! No vale la pena discutir por personas que sólo conocemos por el radio, (refiriéndose a Laureano y a Jorge Eliecer). Creo, me dijo, que El Diablo pensó en los demás, y concluyó que somos una sola persona.
¿Una sola? ¡Qué va! Dije para mis adentros, haciendo un recorrido actual sobre la diversidad de tipos desde el guerrillero y el paramilitar, hasta el narco. Ahora somos varias personas, cada cual son su tema propio, y una especie de coctelera de ideas. Si fuéramos, como dice Delfín, una sola persona, tendríamos amor puro. Amor que está a años luz del sexo. Porque la gente del pueblito, que era entonces Sopó, sentía la vida como lo máximo. Un ser con vida era suficiente para hacernos sonreír, tener con quién hablar, con quién decir, vivo y ya.
Y pensar en los demás es muy importante, como lo sentí en ese tiempo, porque el amor puro de Dios es así: Él no piensa en Él, porque es un ser perfecto, sin mácula, piensa en los demás. En eso consiste su amor puro, que dio a los hombres, y nos enseñó a darse en tal forma, que no dudó un minuto en morir por nosotros. Nosotros estamos primero que Él, y además, habita en nosotros en la Eucaristía. Y ese ejemplo, que tiene dos mil años, no lo entendemos con el «pienso luego existo», de Descartes, es decir, pienso en «yo», y que los demás se jodan. Ya no cuenta entonces lo que nos enseñó El Diablo, el único liberal de Sopó. Somos una sola persona en esa tierra bendita, que sólo se personifica cuando se encuentra con otra, para decir: ¡Adiós!, agregando el nombre propio, porque todos nos conocíamos, porque todos somos uno.
El amor puro de Dios, tal como lo siente Delfín Castañeda, está por encima de nuestra mente. Ningún científico, por inteligente que sea, podrá cambiar con la mente la verdad de la vida, fundada en ese amor puro de Dios. Por una razón sencillísima: solamente la fe nos puede descubrir la divinidad en nuestro interior. Solamente la fe, nos acompañará al momento de morir, cuando estemos frente al que nos hizo, y por la fe podamos trascender a la otra vida. Que se sepa, los científicos han profundizado en lo material, en el cosmos, es decir, en lo que se ve. En lo que podemos investigar en la mesa del laboratorio. Pero en lo que no se ve, les gana a los científicos un humilde campesino, sin estudios, que utiliza la fe para integrarse con la naturaleza del campo, y la naturaleza le da una sabiduría que no tienen los urbanos, estos que tenemos corazón de concreto y que vivimos en edificios, con electrodomésticos, internet, televisión y JPS. Delfín es quién sabe cuándo va a llover sin consultar con el Himat, cuando sembrar, cuando va a crecer el río, cuando tiene que cambiar de cultivo, en fin, sin haber estudiado, y a través de la fe, la conexión con la naturaleza, lo llena de amor puro, donde está la divinidad, para el encuentro final con Dios. Tiene la llamada fe del carbonero, que le dice a Dios: lo amo y ya. Y esto, parece bobería decirlo, porque Dios está en la naturaleza, fue su creador, y es lo que se mete por los ojos de Delfín.
Por eso ayer estuve mirando el atardecer. Miré los árboles. Las flores que crecían en el jardín vecino. Me encontré con dos copetones jugando, y al pasar la calle vi una hormiga que transportaba una hoja, detrás de sus compañeras. Por la noche salió la Luna. Me sentí viajando por el cosmos en un inmenso pájaro que “llaman tierra”. Y me senté con el propósito de hacer ZEN... cerré los ojos... respiré profundo... y me encontré con Dios... Y vale recordarlo, porque Dios es esa naturaleza que me hizo vivirlo, comprendí que es el creador, y que Él crea a través de mí, y de todos los hombres que utilizan la fe para conversar con Él y ser su instrumento. Y me entristecí cuando vi a mi vecino mirando por la ventana de su edificio, a ver si no le habían robado el carro, estacionado en la calle. Ya me había contado además, que se le había fundido la TV y el Internet, y que no tenía nada que hacer.
Mi vecino es concreto puro. Es urbano a morir. ¡Pobrecito! No ve si no lo que se va a acabar, lo finito, lo corruptible. Y yo rezo por él, a ver si logro que trascienda, unido a las cosas infinitas, que sólo se ven con los anteojos de la fe. Un día después, murió, y yo acompañé a la familia con sus cenizas a un río de la Sabana, yendo para la población de Guasca, cerca de Sopó. Las echamos en las aguas puras del río y las vimos irse, como nos iremos todos, de regreso a la tierra. ¡Qué cosa! ¡Todo parece fácil! Es la violencia lo que hace difícil esta vida pasajera, que casi nadie sabe vivirla, llevando una simple carretilla para sembrar alcachofas, con una sola persona, y un solo saludo: ¡Adiós, patrón! Que desbarató ese odio de clases que formaron las ideas socialistas… y que siguen haciendo del campo un lugar inhóspito, donde sólo habita Dios y su naturaleza.