Me le apunto a creer que Jesús es la palabra y María el corazón. Y que no hay palabra si no tiene corazón. Y además, creo que todos los seres humanos están al alcance de lograr esa comunión, pues es imposible que la vida sea feliz sin este presupuesto. Vivir la vida y hacerla feliz es la meta obvia que nos mueve a todos, pues nadie quiere estar triste o desesperado, al ver que lo finito y lo corruptible que nos rodea, es lo único en donde ponemos nuestro corazón.
Es debido a eso que tenemos el corazón ahogado, sin vida. Es más, lo tenemos pegado a la tierra, y por lo tanto vamos a morir como mueren los moscos. Bueno, lo moscos tiene una disculpa bien grande: son moscos. Pero para un ser humano hacer como los moscos, (que siempre viven alrededor del almíbar), es una pérdida enorme.
Claro, uno entiende que los moscos no hablan. Que no escriben libros. Que no han hecho piezas de teatro. Que no han inventado nada distinto a volar por entre el almíbar de las flores. De pronto los moscos no son tan importantes como las mariposas. Tanto por el color, como por el estilo loco de volar, haciendo miles de cabriolas para asentarse milimétricamente a las flores, en busca del almíbar.
Se debería hacer una gran campaña para que los seres humanos dejen de ser moscos o mariposas. Lo primero para lograr la paz, y que las FARC y Chávez aprendan a gobernar sin echar bala física y cañonazos en palabrotas con dinamita. Yo confío en que el resto de ciudadanos están ya capacitados para el presupuesto del amor y la palabra.
Lo segundo para que alcancemos a seguir bañándonos con agua, ya que esta se va a acabar en unos años, cuando el calentamiento global evapore las manas de agua, los nacimientos y los ríos.
Los humanos al dejar de ser moscos, estoy seguro que aprenderán no sólo a reciclar, a no botar papeles en la calle, a cuidar los árboles, a amar la naturaleza para que siga siendo lo que es: naturaleza. No habrá peligro de que se acaben las ballenas, por ejemplo. Ni ningún ser animal o vegetal. Nos amaremos con el corazón de María y seguiremos la palabra de Jesús, para que entremos a trascender desde la vida a sentirnos felices con la muerte pasajera. Jamás volveremos a decir: ¡pobrecito se murió! Sino ¡qué bien! Ahora, el que murió, continua siendo persona, sin las limitaciones del espacio y del tiempo que tienen los humanos. Estaremos tan alegres, que la vida sin violencia, estará llena de ese amor puro que transforma la materia en espíritu.
Se acabó la guerrilla, se acabó el terrorismo, se acabó la pobreza y el hambre. Le Ley está vigente sin agentes de justicia, y el Estado se tornó pacífico, sin armas. ¡Que vivan Jesús y María!
No hay comentarios:
Publicar un comentario