sábado, 31 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 62

El karma de la violencia es lo que nos queda luego de que hemos actuado. Es algo que aparece cuando estamos cercanos a la muerte especialmente, y también cada día que nos sentemos a pensar, y nos preguntemos: ¿qué fue lo que hicimos? Un criminal se preguntará por cada uno de los muertos que hizo. Una meretriz hará un resumen de sus actos sexuales. Un ladrón lo hará sobre el monto que produjo el total de su karma en dólares.
En fin, un repaso generalizado sobre todos los seres humanos, nos mostrará dónde se encuentran aquellos que supieron vivir, los que tienen un karma positivo, y que pueden dormir tranquilos.
Estos últimos se dieron cuenta que todo lo que hay en el mundo es impermanente, o finito y corruptible. Echemos una mirada a nuestro entorno y pensemos que todo pasará. Si hiciéramos historia nos encontraríamos leyendo esa contingencia que tiene todo lo humano, que día a día va cambiando. Imaginémonos que estamos en 1939, antes de la Segunda Guerra Mundial. Luego pasemos a 1945 con la rendición de los Países del Eje. Más allá, ubiquémonos en la Guerra Fría y luego terminemos, para no alargarnos más, con la caída del Muro de Berlín. Cada etapa ha dejado un karma de violencia diferente. Unos mejor que otros, pero todos mal, porque como lo dice Einstein, con un solo ser humano que esté mal, que tenga un karma negativo, nadie se puede sentir bien.
¿Exagerado lo que digo? No, porque el mundo estaría bien cuando todos seamos uno. Un solo idioma, un solo Dios, una sola manera de ver la vida en comunidad, sin diferencias, todos iguales, aunque todos somos diferentes. Iguales en el sentido de que vemos a los demás con el mismo respeto que nos miramos a sí mismos. Bueno… ¿y qué dice Einstein? Veamos:
"Un ser humano es parte de un todo al que llamamos universo, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Este ser humano se ve a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones como algo separado del resto, en una especie de ilusión óptica de la conciencia. Esta ilusión es para nosotros como una cárcel que nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por unas pocas personas que nos son más próximas. Nuestra tarea ha de consistir en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestros círculos de compasión de modo que abarquen a todos los seres vivos y a toda la naturaleza en su esplendor."
Einstein explica así nuestros problemas, y lo triste de todo es que casi nadie piensa como él. Piensan que amar al otro es una utopía. Lo llamaríamos iluso. Es decir, una persona que no sabe lo que es tener dólares. Tampoco ser dueño de una mujer hermosa. Un hombre feliz porque tiene carro, casa, beca y electrodomésticos. ¿Es que no nos han dicho que lo importante es tener un interior fundado en el amor puro, y en la comprensión de que somos, dentro de lo contingente, un pájaro que vuela alrededor del sol, con temblores y terremotos? Es la única manera de hacer de nuestra permanencia en la tierra, aquello que nos hace personas conscientes, en el sentido de que estamos de paso, y que la muerte solo es uno de esos pasos, que nos hará trascender a la verdadera vida, como lo dice Einstein, sin las limitaciones de tiempo y espacio; porque, repito, como lo dice él: "Un ser humano es parte de un todo al que llamamos universo”, una parte limitada en el tiempo y en el espacio.
¿Cuándo será ese día? Ojalá que el mundo y su naturaleza alcancen a resistir los daños producidos por la ignorancia del ser humano, individualista y materialista, sumido en su propia hez. Mientras tanto, nos guste o no, estamos en la olla… En unas cuantas décadas lo vamos a sentir así, si no creemos en lo que nos dijo Einstein en el siglo XX.

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