Para nuestro tema, ¡claro que la naturaleza también es violenta! Pero dentro de sus leyes cósmicas, no inspiradas en el odio humano, sino en Ley divina. Por ejemplo, un Paéz de Tierra Adentro, en el departamento del Cauca, en Colombia, decía que la avalancha ocurrida por la erupción del volcán Arenas, en 1985, fue producida por las nieves perpetuas del Nevado del Ruiz, que desapareció a Armero (22.000 muertos), y que ellos no detectaron con antelación al hecho, porque la colonización occidental los separó del contacto con la naturaleza. A este propósito, Chopra señala, que la sincronicidad sólo ocurre cuando las personas, los animales o los objetos, tienen una relación estrecha, cuando están inmersos en la naturaleza. En esto lo que caracteriza al occidental es el individualismo, y al Paéz, estar inmerso en su comunidad natural, que está compuesta por personas y por la propia naturaleza que lo rodea.
Explicaba nuestro Paéz que ellos no volvieron a mirar el río, no distinguían sus cambios en caudal y en el aspecto de sus aguas. Ese río es parte del alma, porque es parte de su vida. Otra cosa pasa, cuando ellos se alejaron del Río Paéz, y se fueron para las urbes o las aldeas, como San Andrés de Pisimbalá, donde en la plaza, todos los domingos, él encontró grupos de cristianos y católicos, individualistas y alejados de lo natural. Personas que no miran el cielo o el río o la tierra. Estas religiones competían con Juan Tama, aquel pez que nació en la Laguna de Juan Tama, y que un día bajó de allí en una avalancha del siglo XVII, porque por tradición y por fenómeno físico, el río trae la avalancha cada doscientos años aproximadamente. Nos olvidamos de Juan Tama, dice mi amigo Paéz, convencido de que su mitología, es más sabia que la mentalidad occidental que vino con la Conquista.
Para un Paéz es más fácil aceptar lo que ocurre fuera de él. Cuando le falta ciencia, le pone mito. Y toma el nombre Juan, español y hace un sincretismo con Tama, Paéz. De allí nace Juan Tama. Ocurre ello sin sombra de fanatismo, porque es natural, nace como lo ve en la propia naturaleza con la fauna o con la flora.
El Paéz de este cuento no se sintió para nada confuso cuando trajimos el dicho de Chopra: El cuerpo humano está constituido por cien mil billones de cédulas. Todas las células del cuerpo humano parten de una sola. Los científicos aún no tienen idea de cómo esas cédulas son capaces de organizarse para formar cada órgano del cuerpo humano. Y esto ocurre porque ese cuerpo humano sólo puede funcionar si opera sincrónicamente, a través de la correlación no circunscrita, que llamamos el tercer ámbito espiritual. Y cuando llegamos a la mente o a la conciencia de ese cuerpo humano, nos encontramos el ámbito virtual, no circunscrito. Porque dice Chopra que el pensamiento se origina en el ámbito virtual, si no hay pensamiento, no hay movimiento. Un momento antes de pararnos del lecho, nuestro pensamiento ha ordenado: ¡Vamos, a trabajar! Debemos hacerlo en forma positiva, porque nuestros pensamientos pueden perturbar el campo electromagnético del corazón con muchas emociones, pero las emociones que más daño nos hacen son la ira y la hostilidad, y claro, la violencia que nos acompaña a cada paso.
¡Vamos a trabajar en santa paz, pues, pensando bien del otro, y con ánimo positivo de producir y servir a los demás. Y esto obedece a que en ese ámbito no circunscrito, está la conciencia y no sólo lo que llamamos mente. Es ella la que nos da la energía no circunscrita que viene de Dios. Dios está dentro y alrededor de nosotros. Dice un veda: el mundo es como una gran ciudad reflejada en un espejo. Del mismo modo, el universo es un enorme reflejo de ti en tu conciencia. Es el alma de todas las cosas. En ese espejo no sólo está lo que uno ve, sino lo que uno siente, y claro, está Dios, el autor del universo, del espejo donde uno se ve. Claro que el ideal es que todos nos miremos en el espejo con la misma intención de paz y compasión. Entonces lograríamos vivir esta vida pasajera, con la alegría de ser, a lo menos perfectos, en los términos que nos une nuestra realidad no circunscrita, con el Creador. No habría más muertes, ni violencia, ni guerra. ¿Es tan simple que parece imposible? Así parece.
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