Esta mañana le pasé la mano a mi profesora de Pilates por la axila, y luego le pregunté: ¿Por qué te ríes? ¿Qué tal que no hubiera sido yo, sino un hombre desconocido. ¿Lo habías mandado a freír espárragos? ¡Claro que sí! Imagínate que en la calle un hombre rozó el trasero de una mujer, y esto desembocó en una demanda por intento de acceso carnal violento. ¿Qué ocurre entonces? Es el síntoma de una violencia, de algunas de las partes en conflicto. Puede ser de ella por estar predispuesta a realizar un acto de violencia en defensa propia. Se ha violado su respeto. O puede ser de él, uno de esos violadores de pacotilla. ¿A qué obedecen estas conductas?
Son dos casos: uno entre personas conocidas, y los otros dos entre personas desconocidas. Chopra habla de un ámbito de sincronicidad en la naturaleza y en el hombre. Y es una manera de ver cómo se manifiestan las conductas humanas y las de los animales, de acuerdo con la conformación interior propia de cada cual. Pero es más fácil verlo en la naturaleza. Hay dos ejemplos, más simples que el del violador de arriba, o el de la vieja cascarrabias, y es mirando una parvada o bandada de aves, cuando cada una se mueve en armonía con el resto, sin que haya una líder. Lo mismo ocurre con un cardumen o banco de peces. La comunicación instantánea en cardúmenes y parvadas proviene del nivel espiritual de la inteligencia no circunscrita. Es sencillo encontrar ejemplos de sincronicidad en el reino animal, porque los animales están en contacto con la naturaleza. Los hombres urbanos han perdido ese contacto y viven dentro de lo que ellos han construido, a veces totalmente de espaldas a la naturaleza construida por Dios.
Luego todo esto reunido alrededor de las conductas humanas explica la reacción de mi profesora de Pilates, en el buen sentido, cuando el acto es positivo, ya que la mano del hombre transmite energía especial de afecto, muy contraria a lo que transmiten los pies con un patadón donde sabemos. Ese mundo circunscrito, refleja el ámbito en que uno se creó. Con los animales no hay problema. Pero con los humanos deberíamos cuidar y estudiar a diario nuestro comportamiento, para no meter las patas, las viejas malgeniadas, o los violadores de pacotilla, de tal modo que hagamos un mundo tierno, en paz, como debe ser. ¿Se podrá algún día? Con el calentamiento, la globalización, el aumento increíble que en pocos años tendremos de población, no queda otra alternativa que vivir en paz consigo y con los demás… si queremos que la vida conserve el valor sagrado que tiene y que estamos a punto de perder… Sí, claro, para eso tendremos que aprender de los cardúmenes o bancos de peces y de las parvadas o bandadas de aves. ¿Qué tal? Un súper ego de pacotilla diría: ¡No sea bruto, cómo se le ocurre!
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