lunes, 31 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 48

¿Cómo podemos tener esperanza, cuando hablamos de semejante trauma que la violencia deja en la vida? Hay un libro de Chopra que nos puede ayudar: SINCRODESTINO, se llama. Y para mí, es uno de los mejores libros de él, por la concepción tan simple que hace de esas cosas que nos dan en la moima. Por ejemplo, para pensar en Dios, es en la naturaleza donde encontramos los mejores elementos, mucho más que en las solas abstracciones de la mente, y para ello nada mejor que leer este libro de Chopra, donde nos trae LOS TRES NIVELES de esa naturaleza: El ámbito físico, el ámbito cuántico y el ámbito no circunscrito.
¡Claro!, uno queda medio chiflis, pero tranquis que las cosas son muy sencilla: El ámbito físico, es lo que se ve, y está dentro del tiempo y el espacio. El ámbito cuántico: no lo vemos con los ojos a simple vista, porque se trata de los objetos físicos a nivel microscópico: ondas y partículas que no se ven, pero que están dentro del espacio y el tiempo, y que se ubican dentro de la tabla periódica de los elementos químicos, con su peso y su número atómico. Una onda es una partícula con velocidad. Son también energías e información para el ámbito no circunscrito. Cuando los átomos comprimidos chocan unos contra otros, sentimos la solidez, como en el acero. No sentimos nada cuando son ondas, como las hercianas, que conocemos en los celulares, el Internet, la radiodifusión, el teléfono, el fax, la televisión. Y son ondas eléctricas como en la luz de los bombillos. Pero hay otro nivel cuántico a través de los campos de energía, ya que todos estamos correlacionados con los demás. Ejemplo: ¿qué campo de energía sentimos cuando entramos a una discoteca? O bien, ¿qué campo de energía sentimos cuando entramos en un campo de velación mortuoria? ¿Cuál, cuando entramos a una iglesia? Todo eso es información cuántica para el ámbito no circunscrito.
Hay otro ejemplo, que nos llega al alma, y por eso lo sentimos con más fuerza: se conoce como la matriz, que se forma cuando dos personas forman familia. El hogar, más específicamente. Por ejemplo, mis padres murieron en la década de los setenta, del siglo pasado. Y resulta que volví al sitio donde ellos vivían en el siglo XXI, y no encontré la matriz de ellos. Había cambiado todo, hasta la naturaleza.
¿Cómo entender esto? Sintiendo. Es en esa experiencia que lo descubrimos. Uno siente el cambio en el mundo presente, y echa de menos a la matriz.
¿Dónde encontramos la explicación a esto? En el ámbito no circunscrito, que es la conciencia. Por ella distinguimos cuando estamos en una discoteca, en un funeral, en una iglesia, o en la casa que fue el hogar de la matriz, que formaron nuestros padres.
Si nos duermen y nos llevan allí inconscientes, cuando despertemos captamos el campo de energía, sin que tengamos información de otras personas. Así pues, el nivel más fundamental y básico de la naturaleza no es material. No está dentro del tiempo y el espacio, como los otros dos ámbitos, el físico y el cuántico. Precisamente por eso se llama NO CIRCUNSCRITO, porque no lo podemos confinar a un lugar. Circunscribir es limitar una cosa, es meterla dentro de unos límites. La conciencia es como Dios, no se ve y no tiene límites físicos, que son diferentes a los espirituales. En la conciencia opera la mente. La mente es la que organiza la energía y la información que recibe de los otros ámbitos, del físico y del cuántico. Es la que le da forma y color a lo físico, y la que recibe la información de lo cuántico, como en el celular. Es desde este ámbito virtual donde todas las cosas se organizan y se sincronizan. A eso se refiere el sincrodestino, donde se puede tener conciencia cuando las coincidencias son enviadas por Dios, y donde se ven y se explican los milagros que ocurren a diario, cuando nuestra mente sea consciente del sincrodestino.
He ahí el problema cuando hablábamos de la violencia. No la conocemos porque no nos movemos en los tres ámbitos. No somos conscientes de estos… Entonces nuestra mente anda ciega, omisa, indiferente. No sopesa la importancia del ámbito no circunscrito, para entender en las que estamos: borrachos, drogados, fumadores, creídos de más y viviendo solamente dentro de los dos ámbitos que se ven, materialmente o por medio de ondas y energía. No tenemos entonces todos los elementos para saber dónde estamos y para dónde vamos.
Chopra sugiere algo para simbolizar nuestra situación. Andamos dentro del mar. Venimos a la vida como una ola, que sale del mar y regresa al mar. Es muy sencilla la comparación. El mar creador nos hizo. Con el viento nos creó como ola. Y una vez dentro del mar, nos dimos cuenta de nuestros errores, de haber desperdiciado la vida, de haber odiado y presumido que uno era mejor que las otras olas.
Pero ahora vemos el mar de otra manera. Hemos dejado de ser olas… y comprendido en lo profundo de sus aguas, el verdadero sentido del amor. Amar el mar totalmente, amar el viento que forma las olas, y descender a lo profundo, cuando entendemos lo que no supimos encontrar en vida: nuestra propia verdad.

lunes, 24 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 47

Hoy, se me vino a la cabeza cómo es el amor puro y eso me trajo a pensar en Delfín Castañeda, un viejo campesino que ya debe estar bajo tierra y que en la primera violencia, en Colombia, (mitad del siglo XX), le pregunté: Qué sentía por mí, siendo liberal y él conservador. Se sonrió. No dijo nada. Creo que levantó los hombros y siguió con la carreterilla llena de tierra, para sembrar alcachofas. Unos metros más adelante paró y se devolvió. “En Sopó, somos godos… en las elecciones pasadas votamos por Laureano Gómez, todos, sin excepción. ¿Pero sabe qué? Nos reunimos en el pueblo porque El Diablo, que es el único liberal, iba a votar por Jorge Eliécer Gaitán, el cachiporro de la mamola. Pero resulta que nos reunimos con él en la tienda y le compramos una canasta de cerveza… ¿Y su merced sabe por quién votó? Pues por Laureano.
Reímos un buen rato los dos. Ninguno se explicaba la importancia del voto. Él pensaba en las alcachofas, y yo en estas gentes de Sopó, sumergidas en una naturaleza tranquilla. A veces tan tranquilla que daba pereza tener pereza. Tomaba mi bicicleta sin rumbo, y me sentaba en las riberas del río Teusacá, que nace detrás de Monserrate, a pensar. Y pensaba qué tal que todos tuviéramos amor puro, presente siempre, con la sencillez que tienen los campesinos, como Delfín Castañeda. Luego de un tiempo él me decía, que El Diablo, el único liberal, tenía un respeto y una solidaridad por sus coterráneos que estaba por encima de sus intereses liberales. Me lo dijo, cuando traté de criticar su actitud. ¡Somos un solo pueblo! No vale la pena discutir por personas que sólo conocemos por el radio, (refiriéndose a Laureano y a Jorge Eliecer). Creo, me dijo, que El Diablo pensó en los demás, y concluyó que somos una sola persona.
¿Una sola? ¡Qué va! Dije para mis adentros, haciendo un recorrido actual sobre la diversidad de tipos desde el guerrillero y el paramilitar, hasta el narco. Ahora somos varias personas, cada cual son su tema propio, y una especie de coctelera de ideas. Si fuéramos, como dice Delfín, una sola persona, tendríamos amor puro. Amor que está a años luz del sexo. Porque la gente del pueblito, que era entonces Sopó, sentía la vida como lo máximo. Un ser con vida era suficiente para hacernos sonreír, tener con quién hablar, con quién decir, vivo y ya.
Y pensar en los demás es muy importante, como lo sentí en ese tiempo, porque el amor puro de Dios es así: Él no piensa en Él, porque es un ser perfecto, sin mácula, piensa en los demás. En eso consiste su amor puro, que dio a los hombres, y nos enseñó a darse en tal forma, que no dudó un minuto en morir por nosotros. Nosotros estamos primero que Él, y además, habita en nosotros en la Eucaristía. Y ese ejemplo, que tiene dos mil años, no lo entendemos con el «pienso luego existo», de Descartes, es decir, pienso en «yo», y que los demás se jodan. Ya no cuenta entonces lo que nos enseñó El Diablo, el único liberal de Sopó. Somos una sola persona en esa tierra bendita, que sólo se personifica cuando se encuentra con otra, para decir: ¡Adiós!, agregando el nombre propio, porque todos nos conocíamos, porque todos somos uno.
El amor puro de Dios, tal como lo siente Delfín Castañeda, está por encima de nuestra mente. Ningún científico, por inteligente que sea, podrá cambiar con la mente la verdad de la vida, fundada en ese amor puro de Dios. Por una razón sencillísima: solamente la fe nos puede descubrir la divinidad en nuestro interior. Solamente la fe, nos acompañará al momento de morir, cuando estemos frente al que nos hizo, y por la fe podamos trascender a la otra vida. Que se sepa, los científicos han profundizado en lo material, en el cosmos, es decir, en lo que se ve. En lo que podemos investigar en la mesa del laboratorio. Pero en lo que no se ve, les gana a los científicos un humilde campesino, sin estudios, que utiliza la fe para integrarse con la naturaleza del campo, y la naturaleza le da una sabiduría que no tienen los urbanos, estos que tenemos corazón de concreto y que vivimos en edificios, con electrodomésticos, internet, televisión y JPS. Delfín es quién sabe cuándo va a llover sin consultar con el Himat, cuando sembrar, cuando va a crecer el río, cuando tiene que cambiar de cultivo, en fin, sin haber estudiado, y a través de la fe, la conexión con la naturaleza, lo llena de amor puro, donde está la divinidad, para el encuentro final con Dios. Tiene la llamada fe del carbonero, que le dice a Dios: lo amo y ya. Y esto, parece bobería decirlo, porque Dios está en la naturaleza, fue su creador, y es lo que se mete por los ojos de Delfín.
Por eso ayer estuve mirando el atardecer. Miré los árboles. Las flores que crecían en el jardín vecino. Me encontré con dos copetones jugando, y al pasar la calle vi una hormiga que transportaba una hoja, detrás de sus compañeras. Por la noche salió la Luna. Me sentí viajando por el cosmos en un inmenso pájaro que “llaman tierra”. Y me senté con el propósito de hacer ZEN... cerré los ojos... respiré profundo... y me encontré con Dios... Y vale recordarlo, porque Dios es esa naturaleza que me hizo vivirlo, comprendí que es el creador, y que Él crea a través de mí, y de todos los hombres que utilizan la fe para conversar con Él y ser su instrumento. Y me entristecí cuando vi a mi vecino mirando por la ventana de su edificio, a ver si no le habían robado el carro, estacionado en la calle. Ya me había contado además, que se le había fundido la TV y el Internet, y que no tenía nada que hacer.
Mi vecino es concreto puro. Es urbano a morir. ¡Pobrecito! No ve si no lo que se va a acabar, lo finito, lo corruptible. Y yo rezo por él, a ver si logro que trascienda, unido a las cosas infinitas, que sólo se ven con los anteojos de la fe. Un día después, murió, y yo acompañé a la familia con sus cenizas a un río de la Sabana, yendo para la población de Guasca, cerca de Sopó. Las echamos en las aguas puras del río y las vimos irse, como nos iremos todos, de regreso a la tierra. ¡Qué cosa! ¡Todo parece fácil! Es la violencia lo que hace difícil esta vida pasajera, que casi nadie sabe vivirla, llevando una simple carretilla para sembrar alcachofas, con una sola persona, y un solo saludo: ¡Adiós, patrón! Que desbarató ese odio de clases que formaron las ideas socialistas… y que siguen haciendo del campo un lugar inhóspito, donde sólo habita Dios y su naturaleza.

domingo, 23 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 46

Antanas Mockus dice que no podemos sentir odio por las FARC, sino indignación. Y tiene razón, el odio engendra más violencia. ¡Y violencia, no más! La indignación, en cambio, genera la actitud moral de repudio al terrorismo, desde lo ético. Es una actitud moral. ¡No más! Es lo que queremos decir los colombianos, cansados con la violencia terrorista, que lo que produce hasta ahora son muertos, destrucción, delitos de lesa humanidad, en fin: ¡No más!
Pero después de vivir 50 años en la olla, ¿qué nos podrá librar de seguir siendo indiferentes ante el terrorismo? Propongo una campaña, no política sino espiritual, para que los colombianos en general meditemos. Aprender a meditar como los orientales, para que esa actitud moral, a la que aludimos produzca resultados en los Territorios Nacionales y en la Costa Pacífica, especialmente.
El ejercicio de meditar sobre nuestra indignación, para que esta no se torne violenta. Y por el contrario, genere una actitud ciudadana en todos los rincones del país, de rechazo al odio. Volverle la espalda a Chávez, a Fidel Castro y a los terroristas; es un alivio, para quienes creemos que el odio se difunde más rápido que la paz. Claro, la indignación puede generar paz, cuando los medios masivos vean, que la actitud de la ciudadanía no les da rating. La publicidad en los medios disminuye porque no tiene oyentes ni televidentes como antes. Hay repudio total hacia el odio. Los actores del odio andarían de capa caída. La inversión publicitaria buscará otros medios, en donde se dé la normalidad que genera en la ciudadanía una indignación ética de repudio a los actores de la violencia.
Proponemos entonces la meditación como la única arma posible por lo simple. No requiere presupuesto. Sino generar una disposición de ánimo que la haga posible. Una indignación ética limitada a rechazar sin odio. Sobre el tema de meditar, pues no es fácil entender la mentalidad de la indignación paciente, pero se puede con paciencia. Y claro, el entrenamiento a meditar con Zen ayuda mucho. El fin es lograr un dominio de nuestro interior que nos permita vivir bajo el mando de nuestro corazón, allá donde tenemos escondido nuestro amor puro, el que está siempre presente, no importa el temporal externo que nos afecte externamente, pues este no puede modificar nuestro interior, ni afectar nuestras más íntimas convicciones. Ser la persona que es a toda hora, siempre, no es un problema imposible. Lo es, claro, cuando vivimos de lo externo, sin dominio de lo interno. Ser siempre lo que es uno, fundado en el amor puro, es la idea.
A propósito, ¿por qué a los Occidentales nos cuesta tanto trabajo encontrar el amor puro? Bueno, comparo el amor puro con la divinidad. Y vale el ejemplo: Brahma, uno de los dioses de la religión hindú, estaba preocupado al principio de los tiempos, porque los hombres éramos divinos todos, pero no sabíamos utilizar la divinidad. Un día se reunió con los otros dioses y resolvieron esconderla. Brahma apareció un día con la solución del problema. Llamó a sus amigos dioses y les dijo: Ya sé dónde voy a esconderla del hombre. La voy a esconder en su interior. Y se suponía que allí no la encontrarían para que no siguieran utilizando mal la divinidad.
En Oriente nos ganan en eso. Inclusive si miramos a Buda, descubrimos que Buda no es un dios. Fue un príncipe que se voló del palacio donde vivía, para conocer el mundo y claro, a los hombres: su pobreza, su amor por sólo lo material, la enfermedad, la muerte, la maldad, en fin. Él hace su espiritualidad como un negocio en que sólo intervienen dos personas: el hombre y Dios. Nadie más. Inclusive cuando morimos nos damos cuenta que Buda tiene razón: estoy yo, muriendo, y Dios. ¡Nadie más! No está ni la Cruz Roja Internacional, ni el presidente de la república, ni Chávez, ni Fidel Castro... en fin. ¡Nadie más!
El problema en Occidente nos viene del cartesianismo, con la frase: pienso luego existo. Es una frase de una individualidad que hoy, con el calentamiento global, nos hace decir: pienso, luego existen los demás. Existimos todos. Somos iguales todos. Todos tenemos el mismo final: Dios y yo, ¡nadie más! Pero todos, fundados en la divinidad del amor puro, siempre presente. Porque Dios es así: siempre presente, siempre igual.
Ese siempre igual es el que nos propone Antanas Mockus con la indignación. Puede ser difícil, pero no imposible.

viernes, 21 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 45

Es tan largo el tema que cubre, que aparece, si queremos verlo así, en cada instante de nuestra vida. Y realmente de lo que se trata es que nos armemos contra ella. La violencia está presente en cada conciencia de cada ser humano. Solamente falta un motivo grande o baladí, para que aparezca con toda esa caterva de atrocidades, donde un descuido nos puede llevar a cargar con una pena imborrable toda la vida. ¿Cuántos humanos tienen un muerto encima? No es mi caso, (soy un viejo octogenario inofensivo), pero considero a los que andan con ese lastre. Muchos de ellos, lo sé, andan arrepentidos. ¿Por qué diablos me metí en esto? La violencia no ha ganado jamás una batalla. Por el contrario, llama más violencia.
Debemos leer la historia del mundo para ver que las victorias con sangre humana, no tienen la alegría de Gandhi, cuando liberó a la India del colonialismo inglés, sin disparar un tiro. Ni la de Nelson Mandela, cuando acabó con el apartheid, y formó la república Sudafricana, que en el Campeonato Mundial de Fútbol del 2010, va a poner su nombre en la mente de todo el mundo. Nada de esto se hizo con violencia.
Lo que hizo Jesús fue distinto. Fue asimilar la violencia que se hizo contra Él, y transformarla, para darle la paz al mundo. Por eso todos los que viven con Él, están en paz. Es más, aman a sus enemigos.
Bueno, esta tendencia a la violencia, que tenemos todos los humanos, sin excepción, solamente hay una forma de maniatarla; o bueno, una de las formas, porque sé que cada ser humano se puede inventar la manera de matar pulgas. Que aunque es un acto violento, no lo es, porque se trata de matar la violencia. De no creer en ella. De saber, como vimos, que no arregla nada, que lo complica todo, y que lo único que queda de ella es un muerto encima toda la vida. Jartísimo. Pero también, en vez de muerto, puede ser un matrimonio, una trompada, una zancadilla, un acto de mal gusto, y toda esa biblioteca de agresiones más grande que la Biblioteca Nacional, o ahora, la Virgilio Barco.
A mí me ha servido la meditación para librarme de la violencia. Algo que encuentra difícil todo el mundo, (sobre todo las mujeres). Es que lo sencillo es dificilísimo. Sumar uno más uno igual a dos, en esta materia, es complicadísimo. ¿Qué tal? Estarse quieto, respirar profundo, cerrar los ojos y adentrarse en ese mundo insondable de la inconsciencia, que sólo requiere una sílaba, que a los intelectuales les parece un bodrio: fe. Esa sílaba, es el único instrumento mental que nos puede llevar a donde está Él, sólo para preguntarle cómo estamos.
Generalmente, Él, se hace el desentendido, pero cuando le hablamos de sentimientos, se pone las pilas, se derrite. Él sabe que ahí está el secreto: sentir felicidad, sin odios. No es más. Manejar los sentimientos negativos y los positivos. Transformarlos, darles sentido, y ponerlos a actuar como nos lo enseñó un ser que anda por el mundo clavado en la cruz. ¡Qué cosa! ¡Los humanos somos un caso!

domingo, 16 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 44

Afganistán y Colombia tienen problemas semejantes, como talibanes allá y guerrilla aquí, el mayor productor de opio allá, y el mayor productor de coca aquí. En lo único que somos bien diferentes es con relación a las mujeres. La violencia del hombre allá, tiene a las mujeres como animales inferiores, en peor estado que los animales racionales. Y el mundo pasa como un ser indiferente, amoral, insensible, siempre bajo la lógica cartesiana del individualismo, el que hace que los egos del mundo desarrollado, se crean más que los demás, y lo que pase con ellos no importa. Me pregunto: ¿Puede el mundo soportar esta injusticia?
Es que hubo un error, porque todo el mundo pensó que tras el derrocamiento del régimen talibán, las mujeres afganas se liberarían por fin de la burka y podrían llevar una vida normal y en libertad. Pero las cosas no cambiaron, lo que sucedió en realidad fue que se cambió un régimen fundamentalista por otro: la Alianza del norte, tan brutales y misóginos como los talibanes.
Las mujeres afganas continúan viviendo sin derechos en un país que, a ojos de la comunidad internacional, cuenta con un gobierno dizque ‘democrático’. La Alianza del norte y los talibanes tienen la misma mentalidad. Siguen las violaciones de mujeres, los arrestos y los asesinatos. El 60% de los matrimonios afganos son arreglados. Muchas mujeres optan por el suicidio, auto inmolándose, para escapar al infierno de sus vidas. Ellas no pueden escoger marido, desde niñas de menos de 10 años son casadas. (Ver foto Noyud arriba)
Las mujeres son quemadas por el hombre. Hay retratos espeluznantes al respecto conocidas en Occidente. Bueno, algunas se auto inmolaron; a otras sus maridos las intentaron quemar vivas, por… contradecirlos. Las mujeres no pueden estudiar ni trabajar. No pueden salir solas a la calle ni hacer ruido al caminar. No pueden ser tratadas por doctores masculinos, no pueden asomarse a sus ventanas, no pueden usar tacones altos. Deben usar obligatoriamente la burka, especie de sudario portátil, que las cubre de la cabeza a los pies y que les dificulta la respiración. Tienen prohibido usar pantalones acampanados, aunque sea debajo de la burka. Prohibido usar colores vistosos en su vestimenta. Prohibido tomarse fotos. Prohibido escuchar música y ver televisión. Las mujeres sorprendidas en adulterio son lapidadas vivas. Estas son sólo algunas de las reglas del gobierno fundamentalista para las mujeres. Para los hombres también hay reglas, pero no son tantas ni tan estrictas.
En Afganistán no hay bancos ni medios de comunicación modernos. El país está casi totalmente en ruinas. De los árboles cuelgan televisores destrozados y cintas de video, como evidencia de la “derrota del pecado”. Todos los viernes se celebran ejecuciones y mutilaciones públicas en estadios deportivos, a las cuales están obligados a asistir los niños. El 80% de la población padece de trastornos mentales. Miles de niños de 9 a 12 años trabajan 12 horas al día en fábricas, para ayudar a sobrevivir a sus familias. Las mujeres viudas y que han perdido a sus familiares hombres en la guerra, se mueren de hambre, pues no les es permitido trabajar, ni salir solas. Algunas se aventuran a salir a mendigar, pero con el riesgo de ser apaleadas y hasta asesinadas.
Las mujeres afganas no se parecen en nada a las del resto del mundo. Salir con una de mis hijas a compras es desesperante… Entra a todos los almacenes, demora horas en decidirse. “No, papi, es que el color de este pintalabios no me gustas”. Y lo ha mirado y escogido en dos o tres almacenes. En fin… ¿No es motivo suficiente para agradecer a Dios cada día, por nuestra libertad y tantas cosas más?
Claro que hay movimientos en Afganistán en favor de la mujer, pero no se ve que tengan ningún éxito. Entonces la pregunta es: ¿Tiene el hombre derechos sobre los seres humanos, que les permita legalmente, éticamente, suprimir los derechos de las mujeres? Sencillamente ¡no! Conociendo al Creador la vida es sagrada. El único que tiene derechos al respecto es Él. Y Él es amor y compasión. Hace la vida para vivirla creciendo y creando, con plenos derechos para que cumpla su misión en la tierra y desarrollando los dones originales que Él le dio.

jueves, 13 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 43

La violencia es consecuencia de la conducta humana. El asesino, el secuestrador, el ladrón, el guerrillero, el paramilitar, el narco-político, el farc-político, etc., representan conductas humanas. Y ya es bueno preguntarnos si hacemos algo por esa conducta, pues con sólo abrir la historia del siglo XX, llegaríamos a comprender que tenemos unos problemas que vemos detrás de nuestras espaldas, como un pesado bulto, que nos oprime la conciencia, y esto nos produce o aburrición o jartera, y lo dejamos ahí, sin más.
La lista de actos negativos que produce esa conducta hoy, los vemos cuando abrimos el periódico. Y claro, nos preocupa un poquito, pero sólo un poquitico, mientras prendemos un cigarrillo ante los hechos criminales, y soplamos, como sacándonos la dolencia espiritual, para cambiarla, por un enfisema en el pulmón. Y lo traigo a cuento, aunque yo no fumo, ni bebo alcohol. Sé que ante el mundo, soy un tipo jartísimo, inmamable, pero lo que pasa es que los viejos octogenarios nos volvemos así: impotables, para la generalidad.
El enfisema es importante traerlo a cuento, porque nos ayuda a entrar en el tema de las adicciones uno de los más graves problemas de la conducta humana. Y me pregunto: ¿Algún día tendremos un mundo sin adictos? Estoy seguro que la conducta humana arreglaría muchos problemas sociales, que no puede corregir, porque la adicción es una enfermedad, como el cáncer, más o menos. Tenemos entonces sobradas razones para hablar del tema si queremos reducir la violencia, empezando porque los adictos dejen de destruir sus familias y sus vidas, y con ello la sociedad. Y destruir tiene que ver con violencia, si la traducimos como la actitud que destruye la vida.
Parecería que hemos cambiado el tema de la conducta, por el de la adicción. Pero no es así. Una sociedad que no toma conciencia de la adicción, es una sociedad que tiene una conducta en mal estado, y mucho más, con tendencia al enfisema, sin neuronas y con sus mujeres en pre-pago.
La razón es muy sencilla, todos esos especímenes a los que nos referimos en el primer párrafo, (el asesino, el secuestrador, etc.), actúan en delincuencia por ósmosis. El medio social de los adictos lo produce y lo reproduce, en unas conductas humanas, donde la ley es letra muerta, y el bien público y el de la comunidad, un hazmerreir, un chiste congresional o una fábula de Pombo. ¿Qué no podemos ir donde las viejas? ¿Qué no podemos tomar trago? ¿Qué es malo drogarse? ¿Qué no podemos pegarle un tirito a no sé quién? ¡Qué jartera! ¡Eso sí ni de fundas, mijito!
Veamos, por Google obtuve este breve texto, alucinante, (sin meter droga), que aclara lo dicho: “La búsqueda y el consumo compulsivo de sustancias psicotrópicas, aunque, de manera más genérica, se aplica también a diversos hábitos (conductas), que son nocivos, pero que resultan gratificantes para el sujeto. Usualmente el término se ha vinculado al consumo de sustancias psicoactivas, pero se ha extendido a otras situaciones que no requieren del consumo de ninguna sustancia, como el juego (ludopatía) o el uso de Internet. El término ha estado sometido a múltiples discusiones a lo largo del siglo XX y XXI, y ha sido objeto de variadas definiciones que reflejan, más bien, el estado de ánimo social y político más que una discusión netamente científica.”
Yo diría, para terminar, que tenemos una conducta laxa, chévere, con la que podemos jugar pingpong. Pero eso conduce a una tipo de sociedad como la que tenemos, en donde la vida carece de plena felicidad, como debería ser, y donde no crece el espíritu. Quizás para simplificar con un ejemplo, porque el adicto piensa en él, en su enfermedad, y se olvida de su familia y de los demás.

sábado, 8 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 42

Parecería lejana la idea de poder establecer la influencia de los medios masivos de comunicación en la violencia. Sin embargo un simple estudio de datos puede establecer la inmensa responsabilidad que tienen los medios. Veamos, un texto que sobre las últimas noticias del periodismo, trae los siguientes datos y analiza las voces autorizadas que se levantan contra los medios por un lado, y por el otro el impacto que estos hacen, cuando presentan a un dictador como Chávez, por ejemplo, cuando habla con odio. Todos sabemos en Colombia, desde la primera violencia, a mediados del siglo pasado, lo que produjo en los políticos hablar con odio. Cómo el odio produjo el Bogotazo, la confrontación armada entre liberales y conservadores, luego, la aparición de la guerrilla y finalmente el narcotráfico. Y ahora tendremos en el próximo futuro la guerra entre Colombia y Venezuela, para que el loco de Chávez, siga gobernando, ante la indiferencia pasmosa del pueblo venezolano. Y si sumamos todo esto a la pérdida de vidas humanas, llegaríamos probablemente a millones.
El problema es que los grandes periódicos y las cadenas de televisión, fabrican o manipulan la opinión del ochenta por ciento de la población. (Cada vez que habla el loco de Chávez, los medios lo destacan como lo máximo). Dice el libro mencionado que se trata de un sistema penetrante, al que es imposible escapar, llamado el cuarto poder, en un Estado, normado legalmente por las tres ramas del poder.
A propósito, a finales del siglo pasado los Estados Unidos tenían 1.800 periódicos, 11.000 semanarios, 11.000 emisoras de radio, 2.000 emisoras de televisión, 2.500 editoriales. Y todo esto controlado por una veintena de compañías. En donde, es obvio que prima el dinero sobre la violencia. En el caso del narcotráfico, por ejemplo, es imposible hablar de legalizar la droga, para que cada sociedad asuma el problema de sus adictos, porque los bancos se rasgarían las dictaduras, (sepulcros blanqueados), cuando comprendan que se bajarían los dólares al disminuir el consumo.
En Colombia, recientemente, se ha enderezado la lucha del narcotráfico, precisamente contra el consumo, pues se sacrifican billones de pesos en la guerra contra la producción, para nada, porque el consumo aumenta. Es decir, por primera vez se entiende en mi país, que el problema es el consumo. La producción nace porque no hay ningún producto lícito que iguale lo que produce el tráfico de drogas con la coca.
Y los periódicos en Colombia están de espaldas contra este problema del consumo, por un lado. Por el otro, las relaciones internacionales colombianas son indiferentes ante esto. No hay un llamado a los países consumidores para que miren lo que hacen sus adictos. No se habla de entrar en conciencia al respecto. Y se permite que a los colombianos en los aeropuertos se les trate como unos cerdos narcotraficantes, cuando el principal problema es el consumo de los países desarrollados.
Hay dos películas que los colombianos deberíamos promover en el exterior. Una es “María, llena eres de gracia”, que muestra el transporte de la coca en las miasmas de los seres humanos, y la otra, también válida, que se llama “Soñar no cuesta nada”, cuando un batallón de soldados descubre en la selva 42 millones de dólares en una caleta.
Estas cosas pasan y los medios masivos en Colombia omiten lo fundamental de un problema que no es nuestro, sino del mundo. No tienen conciencia de esto. No se ponen la mano en el corazón para escribir la verdad del problema: lo repito y lo seguiré repitiendo hasta el cansancio: el consumo.

jueves, 6 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 41

Es bien curioso que el hombre no haya desarrollado un estudio profundo sobre la violencia. Los siquiatras están en Babia, y los filósofos en la estratosfera, lejos de la realidad violenta. Sigmund Freud, en su teoría del psicoanálisis, por ejemplo, hace una descripción del interior humano con términos como el ello, el yo y el superyó, y describe el aparato que tiene el hombre, como una estructura particular, con unas funciones que operan como entidades independientes, aunque no estén separadas, y que tienen la particularidad de ser inconscientes. ¡Qué curioso! El asesino no sabe lo que hace. ¡Pobrecito! El deshonesto, se siente trabajando con el erario público como propio. El animal sexual que ha producido 50 enfermedades del sexo, es el verraco de Tebas. El secuestrador bolivariano es el exponente revolucionario de la época, donde Bolívar es un hijo de perra. ¿Y el adicto? ¡Qué tal el adicto! Experto en matar las neuronas, al mismo tiempo con las familias y los sentimientos paternales. Los líderes políticos, con sus clientelas, no sólo volvieron el congreso un centro comercial, sino que los planes sociales se volvieron particulares. El transmilenio en Bogotá, el sitio perfecto para quitar carteras, joyas y cuanto se pueda hurtar. El fútbol, el sitio adecuado para las barras bravas, que son bravísimas, porque si no hay muertes, el partido fue jartísimo. La guerrilla no quiere pasar por la Plaza de Bolívar de Bogotá, pues si lo hiciera, significaría el descalabro de dejar matar… ¡con lo rico que es pegar un tirito! Lo paras, ahí se las van, sólo que aumentan el delito porque se compran a las autoridades. Y las fuerzas armadas, nada menos que con los falsos positivos, que en lengua castiza significan delitos de lesa humanidad cometidos por el Estado. Y el DAS, ¿Qué tal? Involucra al poder ejecutivo como coautor de chuzadas, falsos positivos, asesinatos, y todo cuanto hay de malo en la administración pública. Ya que el DAS depende directamente del poder ejecutivo, una de las tres ramas del Estado. Es fastidioso pensar en esto… pero debemos hacerlo con alguna frecuencia, a ver si con la ayuda de Sigmund Freu logramos, que el ello, el yo y el superyó, vuelvan a brillar en la conciencia ciudadana como funciones conscientes de los seres humanos… dejando la inconsciencia en que viven para llenar de sentido, a lo que gritaba la Loca Margarita, en los albores del siglo XX: ¡Qué viva el gran partido Liberal! Algo que no tiene ningún sentido propio, sino ajeno a la razón, como corresponde a los locos de Sibaté.