miércoles, 21 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 59

Cuando el señor Maduro, (¿o inmaduro?), nos recordó cariñosamente que llevamos 50 años en guerra fratricida, que todos los colombianos somos mafiosos, terroristas y narcotraficantes, y que por ello los países hermanos están en la olla, porque Colombia es la culpable de todo, como ocurrió en la operación Fénix en Ecuador, se me vino a la cabeza que este señor les avisaría a sus amigos de las FARC, para que se escondieran de modo que la OEA, (que es bien ineficiente), no descubra ninguna de las pruebas, que más que pruebas van a constituirse en un atropello de las autoridades colombianas, metiendo la nariz, como lo hace el tal mencionado señor, donde no cabe.
O donde no debe estar la nariz de nadie, pues todo país vive su vida interior sin influencias externas, como la vivió el país el pasado 20 de Julio, conmemorando los 200 años de haber cesado los españoles de meter la nariz en nosotros. Ese fresco que sentimos todos los colombianos de serlo, sin permiso de Chávez y de Maduro, corresponde a lo que somos: un pueblo libre y con instituciones. Un pueblo verraco. A donde nunca va llegar el cuento de que un solo hombre pueda dirigir a su antojo, los destinos que están en manos de las ramas de poder público. Ni que las ideologías comunistas, que dejaron de existir en 1989, con la caída del Muro de Berlín, sigan vigentes en mentes calenturientas y pasadas de moda, con el cuentico del partido bolivariano.
Simplemente porque nuestras instituciones no son personales, sino institucionales, como deben ser. Que son expresión, no de un hombre, ni siquiera de Bolívar, sino de un pueblo, o bien, una comunidad con ética y valores comunes. Los egos, y con todo respeto, los entiendo en casos como el de Maradona, unidos a un deporte, a un esfuerzo físico y mental, muy diferente cuando uno está frente a un pueblo multiétnico y pluricultural, con una diversidad natural de las más grandes del mundo, esparcida entre las tres cordilleras, con alturas de más de 5000 metros, los grandes valles del Cauca y el Magdalena, los Llanos Orientales y la Selva Amazónica. Todo lo cual conforma una cultura que está a años luz de un súper ego.
Somos un pueblo diverso, pero con una sola alma. Ser colombiano, señor Maduro, por eso, no es lo que usted se imagina. Usted ha debido venir a ver el desfile militar con 10.000 hombres, 76 aviones y toda la parafernalia del nuestro glorioso ejército que está a años luz de lo que usted tiene en la cabeza. Tiene que comprender que cuando usted mete la nariz allí, está demostrando ignorancia, falta de respeto, y una necesidad de ilustrarse de cómo son las cosas, muy diferentes a la de cualquiera de nuestro países hermanos, que nosotros respetamos, y a donde, estoy seguro ningún colombiano metería la nariz donde no cabe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario