¿Cómo podemos tener esperanza, cuando hablamos de semejante trauma que la violencia deja en la vida? Hay un libro de Chopra que nos puede ayudar: SINCRODESTINO, se llama. Y para mí, es uno de los mejores libros de él, por la concepción tan simple que hace de esas cosas que nos dan en la moima. Por ejemplo, para pensar en Dios, es en la naturaleza donde encontramos los mejores elementos, mucho más que en las solas abstracciones de la mente, y para ello nada mejor que leer este libro de Chopra, donde nos trae LOS TRES NIVELES de esa naturaleza: El ámbito físico, el ámbito cuántico y el ámbito no circunscrito.
¡Claro!, uno queda medio chiflis, pero tranquis que las cosas son muy sencilla: El ámbito físico, es lo que se ve, y está dentro del tiempo y el espacio. El ámbito cuántico: no lo vemos con los ojos a simple vista, porque se trata de los objetos físicos a nivel microscópico: ondas y partículas que no se ven, pero que están dentro del espacio y el tiempo, y que se ubican dentro de la tabla periódica de los elementos químicos, con su peso y su número atómico. Una onda es una partícula con velocidad. Son también energías e información para el ámbito no circunscrito. Cuando los átomos comprimidos chocan unos contra otros, sentimos la solidez, como en el acero. No sentimos nada cuando son ondas, como las hercianas, que conocemos en los celulares, el Internet, la radiodifusión, el teléfono, el fax, la televisión. Y son ondas eléctricas como en la luz de los bombillos. Pero hay otro nivel cuántico a través de los campos de energía, ya que todos estamos correlacionados con los demás. Ejemplo: ¿qué campo de energía sentimos cuando entramos a una discoteca? O bien, ¿qué campo de energía sentimos cuando entramos en un campo de velación mortuoria? ¿Cuál, cuando entramos a una iglesia? Todo eso es información cuántica para el ámbito no circunscrito.
Hay otro ejemplo, que nos llega al alma, y por eso lo sentimos con más fuerza: se conoce como la matriz, que se forma cuando dos personas forman familia. El hogar, más específicamente. Por ejemplo, mis padres murieron en la década de los setenta, del siglo pasado. Y resulta que volví al sitio donde ellos vivían en el siglo XXI, y no encontré la matriz de ellos. Había cambiado todo, hasta la naturaleza.
¿Cómo entender esto? Sintiendo. Es en esa experiencia que lo descubrimos. Uno siente el cambio en el mundo presente, y echa de menos a la matriz.
¿Dónde encontramos la explicación a esto? En el ámbito no circunscrito, que es la conciencia. Por ella distinguimos cuando estamos en una discoteca, en un funeral, en una iglesia, o en la casa que fue el hogar de la matriz, que formaron nuestros padres.
Si nos duermen y nos llevan allí inconscientes, cuando despertemos captamos el campo de energía, sin que tengamos información de otras personas. Así pues, el nivel más fundamental y básico de la naturaleza no es material. No está dentro del tiempo y el espacio, como los otros dos ámbitos, el físico y el cuántico. Precisamente por eso se llama NO CIRCUNSCRITO, porque no lo podemos confinar a un lugar. Circunscribir es limitar una cosa, es meterla dentro de unos límites. La conciencia es como Dios, no se ve y no tiene límites físicos, que son diferentes a los espirituales. En la conciencia opera la mente. La mente es la que organiza la energía y la información que recibe de los otros ámbitos, del físico y del cuántico. Es la que le da forma y color a lo físico, y la que recibe la información de lo cuántico, como en el celular. Es desde este ámbito virtual donde todas las cosas se organizan y se sincronizan. A eso se refiere el sincrodestino, donde se puede tener conciencia cuando las coincidencias son enviadas por Dios, y donde se ven y se explican los milagros que ocurren a diario, cuando nuestra mente sea consciente del sincrodestino.
He ahí el problema cuando hablábamos de la violencia. No la conocemos porque no nos movemos en los tres ámbitos. No somos conscientes de estos… Entonces nuestra mente anda ciega, omisa, indiferente. No sopesa la importancia del ámbito no circunscrito, para entender en las que estamos: borrachos, drogados, fumadores, creídos de más y viviendo solamente dentro de los dos ámbitos que se ven, materialmente o por medio de ondas y energía. No tenemos entonces todos los elementos para saber dónde estamos y para dónde vamos.
Chopra sugiere algo para simbolizar nuestra situación. Andamos dentro del mar. Venimos a la vida como una ola, que sale del mar y regresa al mar. Es muy sencilla la comparación. El mar creador nos hizo. Con el viento nos creó como ola. Y una vez dentro del mar, nos dimos cuenta de nuestros errores, de haber desperdiciado la vida, de haber odiado y presumido que uno era mejor que las otras olas.
Pero ahora vemos el mar de otra manera. Hemos dejado de ser olas… y comprendido en lo profundo de sus aguas, el verdadero sentido del amor. Amar el mar totalmente, amar el viento que forma las olas, y descender a lo profundo, cuando entendemos lo que no supimos encontrar en vida: nuestra propia verdad.
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