sábado, 31 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 62

El karma de la violencia es lo que nos queda luego de que hemos actuado. Es algo que aparece cuando estamos cercanos a la muerte especialmente, y también cada día que nos sentemos a pensar, y nos preguntemos: ¿qué fue lo que hicimos? Un criminal se preguntará por cada uno de los muertos que hizo. Una meretriz hará un resumen de sus actos sexuales. Un ladrón lo hará sobre el monto que produjo el total de su karma en dólares.
En fin, un repaso generalizado sobre todos los seres humanos, nos mostrará dónde se encuentran aquellos que supieron vivir, los que tienen un karma positivo, y que pueden dormir tranquilos.
Estos últimos se dieron cuenta que todo lo que hay en el mundo es impermanente, o finito y corruptible. Echemos una mirada a nuestro entorno y pensemos que todo pasará. Si hiciéramos historia nos encontraríamos leyendo esa contingencia que tiene todo lo humano, que día a día va cambiando. Imaginémonos que estamos en 1939, antes de la Segunda Guerra Mundial. Luego pasemos a 1945 con la rendición de los Países del Eje. Más allá, ubiquémonos en la Guerra Fría y luego terminemos, para no alargarnos más, con la caída del Muro de Berlín. Cada etapa ha dejado un karma de violencia diferente. Unos mejor que otros, pero todos mal, porque como lo dice Einstein, con un solo ser humano que esté mal, que tenga un karma negativo, nadie se puede sentir bien.
¿Exagerado lo que digo? No, porque el mundo estaría bien cuando todos seamos uno. Un solo idioma, un solo Dios, una sola manera de ver la vida en comunidad, sin diferencias, todos iguales, aunque todos somos diferentes. Iguales en el sentido de que vemos a los demás con el mismo respeto que nos miramos a sí mismos. Bueno… ¿y qué dice Einstein? Veamos:
"Un ser humano es parte de un todo al que llamamos universo, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Este ser humano se ve a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones como algo separado del resto, en una especie de ilusión óptica de la conciencia. Esta ilusión es para nosotros como una cárcel que nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por unas pocas personas que nos son más próximas. Nuestra tarea ha de consistir en liberarnos de esta cárcel ampliando nuestros círculos de compasión de modo que abarquen a todos los seres vivos y a toda la naturaleza en su esplendor."
Einstein explica así nuestros problemas, y lo triste de todo es que casi nadie piensa como él. Piensan que amar al otro es una utopía. Lo llamaríamos iluso. Es decir, una persona que no sabe lo que es tener dólares. Tampoco ser dueño de una mujer hermosa. Un hombre feliz porque tiene carro, casa, beca y electrodomésticos. ¿Es que no nos han dicho que lo importante es tener un interior fundado en el amor puro, y en la comprensión de que somos, dentro de lo contingente, un pájaro que vuela alrededor del sol, con temblores y terremotos? Es la única manera de hacer de nuestra permanencia en la tierra, aquello que nos hace personas conscientes, en el sentido de que estamos de paso, y que la muerte solo es uno de esos pasos, que nos hará trascender a la verdadera vida, como lo dice Einstein, sin las limitaciones de tiempo y espacio; porque, repito, como lo dice él: "Un ser humano es parte de un todo al que llamamos universo”, una parte limitada en el tiempo y en el espacio.
¿Cuándo será ese día? Ojalá que el mundo y su naturaleza alcancen a resistir los daños producidos por la ignorancia del ser humano, individualista y materialista, sumido en su propia hez. Mientras tanto, nos guste o no, estamos en la olla… En unas cuantas décadas lo vamos a sentir así, si no creemos en lo que nos dijo Einstein en el siglo XX.

martes, 27 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 61

La celebración de los 200 años tiene sus bemoles por motivo de la violencia. Los indígenas por eso dijeron que no tenían nada que celebrar. Con ellos hasta Felipe II se portó mejor, creando los resguardos. Toda la legislación republicana, en cambio, es violenta contra ellos. Lo que ha querido es cambiar lo que para ellos es la tierra. Que se vuelva dinero, que se pueda vender, muy lejos de lo que ellos entienden por tierra. Es decir transformar la tierra en plata. La tierra para ellos es sagrada, no se puede vender, permutar, arrendar. Gravísimo, porque para los Occidentales todo es la plata. Sí, para los Occidentales todo es plata. Para los indígenas no, porque la naturaleza es lo que forma sus vidas, y en ella está la tierra. Y sólo, además, hasta 1991 han podido hablar en el Congreso. Es decir, hasta entonces son ciudadanos colombianos, con todos sus derechos… y de eso hace sólo apenas 19 años. ¡Nada!
Yo entendí a los indígenas cuando un español me dijo que yo era vasco, por mi apellido. No, no soy vasco, porque la etnia es secundaria. Lo que forma el alma, o la persona, es la tierra. A mí no me pueden quitar la Sabana de Bogotá, ni Monserrate y Guadalupe, y cambiármelos por la Calle de Alcalá. ¡Ni de fundas! En eso los indígenas tienen toda la razón. Y es ahí donde está la crisis global, con el calentamiento de la tierra, con el efecto invernadero de nuestra vida moderna fundada en la plata y no en la tierra, o en la naturaleza. El amor y el cuidado que debemos tener para cuidarla. Ahora el panorama es grave. ¿Hasta cuándo tendremos agua? ¡Vaya el diablo a saberlo!
Es que la violencia la ejercemos no sólo contra los demás, sino también contra la propia naturaleza. Bueno, pero claro, sobre todo contra los demás. Por ejemplo todos los artículos sobre los 200 años de Independencia confirman la falta de cultura de paz de los colombianos, en el sentido de no ser indiferentes, o inconscientes ante el homicidio. El artículo que acabo de leer, termina así: “…el único ensayo que aún no se ha hecho, es el de 20 años de paz”, y figura en el artículo como lo único que cambiaría la celebración del bicentenario, en forma positiva. Tanto que sería dejar la apatía, la indiferencia y la inconsciencia, para ser como debemos ser, iguales todos ante la ley, respetuosos de cada uno de nosotros, todos con la misma emoción de bailar un bambuco, un porro, un paseo o un galerón. Y cantar ahí sí: ¡Qué orgullo me siento de ser colombiano! ¡Nos falta mucho! Lo lógico sería empezar ya… porque se está haciendo tarde. Y recordarles a los ególatras que los indígenas son más colombianos que los que tenemos ancestro extranjero… es decir, español.

E

viernes, 23 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 60

Estoy un poco nervioso de escribir esto. Imagínense que el juez de Sucumbíos tiene jurisdicción mundial… ¿O será cósmica? No sé, creo que en el fondo puede llegar a ser celestial, sobre todo cuando tenemos crímenes de lesa humanidad. Dios tiene toda la razón de molestarse.
De pronto la imaginación me trajo a cuento el expediente de Reyes. No conté los folios, porque no lo conozco, pero deben ser muchos. Alguna vez me contaron que el expediente por el asesinato de Gómez Hurtado tiene 300.000 folios de impunidad. Calculo que el de Reyes puede tener un millón o muchísimos más, pero en su contra, claro. No en vano él fue jefe del secretariado, y eso implica ser asesino de profesión y secuestrador, responsable de 50 años de infamia, donde han rodado miles de cabezas, secuestros, daños a la infraestructura y cuanto haya de masacres y minas antipersonales.
El juez de Sucumbíos supuso que Reyes estaba luchando por Bolívar, para conseguir una justicia social que ni Venezuela y Colombia han logrado, a pesar de habernos libertado para hacerlo. El juez sabe que Bolívar está muy molesto con eso.
Pero el problema es que él no supo que había jueces con tanta autoridad como este personaje, que se mueve entre grandes y graves paradojas. Una: ¿es lícito hacer lo que me dé la gana para conseguir el ideal bolivariano como lo hace Chávez? Si uno mira a Reyes, ¿puede aprobar lo que hizo en vida? ¿Y estar compungido porque al morir Reyes no va a seguir haciéndolo para tristeza del juez? (¿Sería que se le olvidó al juez saber que el que la hace la paga?)
Otra paradoja es admitir que la fuerza armada colombiana pueda hacer lo que hizo en la operación Fénix. Para este juez no fue un acto de legítima defensa contra Reyes. Sino una masacre, igual a las que Reyes hizo con 50 años de impunidad.
Otra paradoja es considerar que hay dolo en un acto de legítima defensa, cuando las personas o los países lo ven así. Es decir, depende del genio personal de cada quién, de cada Estado, para ver las cosas, y juzgarlas a su buen arbitrio.
Otra grave paradoja es el fin que tienen las fuerzas armadas de un país para guardar el orden público. Parece que están para eso, pues de lo contrario vendría a imperar la anarquía. La consideración de que no pueden atacar a los terroristas porque es delito, parece inaudito. En cambio, para citar un solo ejemplo, en las pasadas elecciones de 2010 en Colombia, murieron diez policías y dos soldados ese día… ¿Es normal? Inclusive en Colombia es muy doloroso, porque pasado un día o dos, ya nadie se acuerda de eso. Es un hecho espantoso que esto ocurra, y es miserable la indiferencia ciudadana. ¡No debe pasar!
En consecuencia, señor Juez de Sucumbíos, la operación Fénix, tanto para Colombia, como para Ecuador, fue oportuna y necesaria, para que impere la ley. Ecuador ha debido dar las gracias por librar a su país de terroristas, y lamentar que personas de Ecuador y otros países, sean amigas o tengan relaciones con terroristas que tienen un prontuario de 50 años delinquiendo.
Si los terroristas permanecen en los límites de los países hermanos, es porque las fuerzas militares colombianas los tienen arrinconados. El señor Reyes no pasó jamás por la Plaza de Bolívar de Bogotá, por ejemplo. Sencillamente porque lo ponen preso por el prontuario que tiene. Lo llevarían a una cárcel, que sería un hotel de cinco estrellas, comparado con lo que el señor Reyes y su pandilla hacen con los secuestrados durante años, en la Amazonia Colombiana.
Señor juez, no lo digo con odio, ni siquiera con resentimiento, sino con lástima, porque Ecuador debe tener una justicia justa y bien administrada, porque sentimos cariño y estamos unidos con el pueblo hermano, donde muchos colombianos trabajan y sienten estima por sus gentes. De no ser así, la nación ecuatoriana tendrá pronto, si no los tiene ya, narcos, terroristas y paramilitares, no porque lo hereden de Colombia, sino por que su Estado Judicial fue omiso e indiferente, fundado en las políticas de Chávez, y no en la ética y la moral cristianas. (El Larousse dice: Jurisdicción es el poder para gobernar y poner en ejecución las leyes. Tiene el límite que establece cada Estado como propio.)

miércoles, 21 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 59

Cuando el señor Maduro, (¿o inmaduro?), nos recordó cariñosamente que llevamos 50 años en guerra fratricida, que todos los colombianos somos mafiosos, terroristas y narcotraficantes, y que por ello los países hermanos están en la olla, porque Colombia es la culpable de todo, como ocurrió en la operación Fénix en Ecuador, se me vino a la cabeza que este señor les avisaría a sus amigos de las FARC, para que se escondieran de modo que la OEA, (que es bien ineficiente), no descubra ninguna de las pruebas, que más que pruebas van a constituirse en un atropello de las autoridades colombianas, metiendo la nariz, como lo hace el tal mencionado señor, donde no cabe.
O donde no debe estar la nariz de nadie, pues todo país vive su vida interior sin influencias externas, como la vivió el país el pasado 20 de Julio, conmemorando los 200 años de haber cesado los españoles de meter la nariz en nosotros. Ese fresco que sentimos todos los colombianos de serlo, sin permiso de Chávez y de Maduro, corresponde a lo que somos: un pueblo libre y con instituciones. Un pueblo verraco. A donde nunca va llegar el cuento de que un solo hombre pueda dirigir a su antojo, los destinos que están en manos de las ramas de poder público. Ni que las ideologías comunistas, que dejaron de existir en 1989, con la caída del Muro de Berlín, sigan vigentes en mentes calenturientas y pasadas de moda, con el cuentico del partido bolivariano.
Simplemente porque nuestras instituciones no son personales, sino institucionales, como deben ser. Que son expresión, no de un hombre, ni siquiera de Bolívar, sino de un pueblo, o bien, una comunidad con ética y valores comunes. Los egos, y con todo respeto, los entiendo en casos como el de Maradona, unidos a un deporte, a un esfuerzo físico y mental, muy diferente cuando uno está frente a un pueblo multiétnico y pluricultural, con una diversidad natural de las más grandes del mundo, esparcida entre las tres cordilleras, con alturas de más de 5000 metros, los grandes valles del Cauca y el Magdalena, los Llanos Orientales y la Selva Amazónica. Todo lo cual conforma una cultura que está a años luz de un súper ego.
Somos un pueblo diverso, pero con una sola alma. Ser colombiano, señor Maduro, por eso, no es lo que usted se imagina. Usted ha debido venir a ver el desfile militar con 10.000 hombres, 76 aviones y toda la parafernalia del nuestro glorioso ejército que está a años luz de lo que usted tiene en la cabeza. Tiene que comprender que cuando usted mete la nariz allí, está demostrando ignorancia, falta de respeto, y una necesidad de ilustrarse de cómo son las cosas, muy diferentes a la de cualquiera de nuestro países hermanos, que nosotros respetamos, y a donde, estoy seguro ningún colombiano metería la nariz donde no cabe.

domingo, 18 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 58

Me le apunto a creer que Jesús es la palabra y María el corazón. Y que no hay palabra si no tiene corazón. Y además, creo que todos los seres humanos están al alcance de lograr esa comunión, pues es imposible que la vida sea feliz sin este presupuesto. Vivir la vida y hacerla feliz es la meta obvia que nos mueve a todos, pues nadie quiere estar triste o desesperado, al ver que lo finito y lo corruptible que nos rodea, es lo único en donde ponemos nuestro corazón.
Es debido a eso que tenemos el corazón ahogado, sin vida. Es más, lo tenemos pegado a la tierra, y por lo tanto vamos a morir como mueren los moscos. Bueno, lo moscos tiene una disculpa bien grande: son moscos. Pero para un ser humano hacer como los moscos, (que siempre viven alrededor del almíbar), es una pérdida enorme.
Claro, uno entiende que los moscos no hablan. Que no escriben libros. Que no han hecho piezas de teatro. Que no han inventado nada distinto a volar por entre el almíbar de las flores. De pronto los moscos no son tan importantes como las mariposas. Tanto por el color, como por el estilo loco de volar, haciendo miles de cabriolas para asentarse milimétricamente a las flores, en busca del almíbar.
Se debería hacer una gran campaña para que los seres humanos dejen de ser moscos o mariposas. Lo primero para lograr la paz, y que las FARC y Chávez aprendan a gobernar sin echar bala física y cañonazos en palabrotas con dinamita. Yo confío en que el resto de ciudadanos están ya capacitados para el presupuesto del amor y la palabra.
Lo segundo para que alcancemos a seguir bañándonos con agua, ya que esta se va a acabar en unos años, cuando el calentamiento global evapore las manas de agua, los nacimientos y los ríos.
Los humanos al dejar de ser moscos, estoy seguro que aprenderán no sólo a reciclar, a no botar papeles en la calle, a cuidar los árboles, a amar la naturaleza para que siga siendo lo que es: naturaleza. No habrá peligro de que se acaben las ballenas, por ejemplo. Ni ningún ser animal o vegetal. Nos amaremos con el corazón de María y seguiremos la palabra de Jesús, para que entremos a trascender desde la vida a sentirnos felices con la muerte pasajera. Jamás volveremos a decir: ¡pobrecito se murió! Sino ¡qué bien! Ahora, el que murió, continua siendo persona, sin las limitaciones del espacio y del tiempo que tienen los humanos. Estaremos tan alegres, que la vida sin violencia, estará llena de ese amor puro que transforma la materia en espíritu.
Se acabó la guerrilla, se acabó el terrorismo, se acabó la pobreza y el hambre. Le Ley está vigente sin agentes de justicia, y el Estado se tornó pacífico, sin armas. ¡Que vivan Jesús y María!

sábado, 10 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 57

Hoy no tengo nada en la cabeza sobre el tema de la violencia. ¡No sé qué hacer! Bueno resolví ir a Hacienda Santa Bárbara a leer un libro de Rimpoché y tomar un capuchino en Juan Valdez. Su título “El libro Tibetano de la Vida y de la Muerte”. Más de 500 páginas de letra. Y el tema central algo que la mayoría de la gente en Occidente no hace: ¡meditar! Increíble. Un tema que parece sencillísimo, mogollo, mamey. Pero en el fondo tiene sus bemoles. Uno no se cansa de ver alrededor de la meditación un misterio inacabable, nuevo cada día, profundo y a veces, hasta agradable, inclusive puede en su momento terminar con humor.
Nadie me lo cree, pero Dios es chistoso. Le fascina el humor, siempre y cuando uno actúe como un niño chiquito octogenario, cazando moscas humanas o corriendo por esos corredores de la vida pasada, en una vieja casa republicana de estilo afrancesado, en la calle 14 # 5-17. Aparece la Loca Margarita vestida de rojo, en el Parque Santander, gritando ¡viva el gran partido liberal! O Pomponio vagando por esas calles de La Candelaria, diciendo groserías, si uno le dice: ¿Pomponio quiere queso? Y además, llevando la correspondencia de un matrimonio, parado en el puente de la quebrada de San Agustín, en la Séptima con carrera quinta, diciendo: ¡Estas relaciones se jodieron! Frase que refuerza rompiendo con fuerza una invitación… No las rompe todas, para que le paguen el servicio. Y ve uno pasar al Bobo Tranvías, corriendo con vestido policial detrás de una Nemesia, de una Lorencita o de uno tranvía abierto, lleno de gente en el estribo lateral. Y vuelvo a abrir lo ojos, y me digo: ¿Esta es la impermanencia? ¡Sí, claro! No queda nada de entonces…
Cuando de pronto me tocan el hombro, y regreso a la actualidad violenta. Es Libardo, el embolador del centro comercial de Hacienda, quién se desinfla apenas me ve de tenis. Me mira el libro que llevo y sonríe y sigue corriendo, diciendo para sus adentros quién sabe qué. Le pido disculpas. Le explico que los tenis los uso porque tengo que caminar, con bursitis en mis rodillas. Y me quedo mirando el libro de Rimpoché, es decir en la olla.
Llegó al apartamento de vuelta. Pongo el minutero para que timbre a los 10 minutos. Y me siento en el zafú para meditar. Me imagino que soy un monte, como el Pionono en el Valle de Teusacá. Quedo de una sola pieza como la banda de Guatavita. Respiro profundo. Cierro los ojos por un momento, y cuando los vuelvo a abrir, me encuentro con la impermanencia. Todo se termina, se acaba. No sólo mis malos genios, mis resentimientos. Todo.
Me vuelven a tocar el hombro. Esta vez no es Libardo, sino Dios. Casi me desmayo. Y cuando recupero la serenidad, me hace una seña para tranquilizarme. La impermanencia es el mar me dice. Tú eres una ola. La ola sale del mar y regresa al mar. La impermanencia es eso, porque allí nada es permanente, por lo menos en la superficie, donde actúa el viento. Es mirar el oleaje del mar. La ola sale porque el espíritu creador tiene que hacerlo. No puede quedarse eternamente quieto. ¡No, qué pereza!
Dios se da cuenta que me disgustan sus tesis sobre que somos del mar, salimos de él y regresamos a él. Pero Él insiste que estas comparaciones son necesarias para entenderlo a Él. Es que mi problema, me dice, es que Yo no me veo. Y es evidente, si no haces un acto de fe, no me ves. Así de sencillo. Si supieras lo que me costó inventar la imaginación. ¡Fue terrible! No sabía cómo hacer para que ustedes me vieran… o mejor me entendieran. Se imaginaran como soy. Bueno, sólo tuve la acción de hacer comparaciones. Por eso la idea del mar es excelente.
Fíjate, Yo tengo que estar en todas partes. Metido en todo ser vivo. Quien quieras que veas, ahí estoy. Claro que el mar no lo explica todo, pero es una forma de explicar la impermanencia de las olas, y la permanencia del mar. Sí, ¿no me crees? El mar lo puedes ver como una totalidad, o como algo que en su superficie está lleno de olas impermanentes.
Y Dios me explica que el viento es la imaginación… es lo que produce las olas. Sí, me afirma, el viento me sacó de problemas. Bueno, y ¿tú que haces con ese libro de Rimpoché? ¡Ay! Padre eterno… es que no sé qué hacer para meditar sobre la violencia. Imagínese que es mi tema. Y este budista tibetano es un genio para llegar al interior de uno, por medio de siglos de práctica en ese arte de estarse uno quieto, respirando profundo y pensando en su Merced. O en su Persona, como dice en Boyacá.
¡Y Dios suelta una carcajada inmarcesible! ¡Y Oh júbilo inmortal! Me lleva de una al cielo, y me dice que el cielo no existe. ¿Sabes lo que existe? Ese zafú, en que estás sentado. Existes tú con esa cara de tonto. Y yo me pongo bravo. Pero el me tranquiliza. Mira, Ernesto, no te preocupes, el cielo no existe porque yo soy todo y estoy en todo. Diríamos que el cielo soy yo, y tú, la tierra.
Y Dios se fue. Claro que le tocó devolverse. ¡Ah¡ Sí, yo soy el mar y tú la ola… se me olvidaba. ¡Qué tipo tan cansón, caray! Y le pregunto: ¿Yo o Tú? ¡Ambos! Y se va, pero se queda.

domingo, 4 de julio de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 56

Transcribo el artículo 16 de la Constitución Nacional de 1991, para hacer una reflexión que nos ayude a luchar contra la violencia. Sé que el tema no tiene muchos amigos. Pero vale la pena copiar el texto del mencionado artículo, y ver qué tan lúcido es frente a nuestro tema de siempre, de todos los días.
De Hernán A. Olano García, copio de la CN, quinta edición, impresa por Ediciones Librería Doctrina y Ley, Ltda. (Santa Fe Bogotá, D.C., 2000): Artículo 16. Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico.
En resumen uno es libre, mientras esa libertad no afecte a los demás y al orden jurídico. El libre desarrollo, no menciona el daño que las personas se puedan hacer a sí mismas. Como el suicidio, por ejemplo. Que puede ocurrir en un momento de locura, es cierto. Pero nos disculpamos porque nos educaron así, ya que no somos conscientes de respetar lo que es sagrado. La vida no es nuestra. Es un don divino, original, es decir, que no se repite, con una misión que no solamente debe respetar los derechos de los demás y el orden jurídico, sino también ese don divino propio, recibido como una gracia gratuita, a la que debemos fundar en valores y cumplir con la misión encomendada: servir a los demás y ser su ejemplo.
Ser adicto, individualmente, es normal, dentro del espíritu del artículo 16. Tener Sida, pues claro que también. Prostituirse, ¿por qué no? No hacemos el acto carnal o coito, en el mismo momento con los amigos, luego no estamos violando los derechos de los demás. Aunque le estemos quitando a los amigos las amigas. Sí, la vida la recibimos “made in” Reino de Dios, y por el libre desarrollo de la personalidad, la hemos transformado en una baratija finita y corruptible, que habrá que botar a la basura, cuando muera. Sin valores, porque la hemos transformado de espíritu en materia pura, avaluada en dólares.
Lo mismo ocurre con el alcohol. Los niños de 10 años, en virtud del mencionado artículo, pueden ser consumidores. También pueden llevar la dosis mínima, y es legal. Las directivas de los colegios no pueden hacer nada. Si lo hacen, los padres se valen de la tutela para que los vuelvan a recibir. En este caso los niños de 10 años, quedan un poco por dentro del artículo 16, pues corrompen a sus compañeros. Es decir, que el libre desarrollo esta vez sí es nocivo para los demás. Pero “tranquis”, todo se soluciona con una matrícula condicional, que se vuelve incondicional cuando ya todos los alumnos sean alcohólicos o adictos, merced, al mencionado artículo.
Finalmente, los padres de familia deberíamos hacer “lobby” en el Congreso de la República, a ver si se logra cambiar el texto del artículo 16, por este otro: Artículo 16. Toda persona tiene derecho al libre desarrollo de su personalidad, fundado en valores que permitan el cumplimiento de su misión de vida como ciudadano, con sus derechos y sus obligaciones, y sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico, en busca de una sociedad justa, en sus fines y propósitos, para todos los colombianos, sin distingos de clase y condición.
Todo parece claro. No tenemos una libertad total, porque nos obliga el respeto por uno mismo, y los demás. No podemos hacer lo que nos dé la puerca gana. ¡Así de sencillo! ¡Qué pena! Pero es así. Cuando Jesús dice: amad a vuestros enemigos, nos está diciendo una verdad con 2000 años en desuso. Pero es exactamente la manifestación de que no tenemos la libertad para odiar, matar, aborrecer…en fin. La libertad, y el libre desarrollo de la personalidad, son para amar, con amor puro. Se empieza por la autoestima y se transmite a los demás. ¡No es más!

viernes, 2 de julio de 2010

LECCIÓN DE CRISTO 30_6_2010

Mateo 10, 11-15. Misión de los doce. Mateo da instrucciones a los discípulos. Hay que informarse de quienes habitan en las casas a donde ellos vayan. Los judíos y los cristianos no se entienden bien. Si son mal recibidos en esas casas deben salir de allí. “Y si no se os recibe ni escuchan vuestras palabras, al salir de la casa o de la ciudad, sacudíos el polvo de vuestros pies.” Evidentemente, en el ámbito de la iglesia, existía tensión entre cristianos y judíos. Los jefes judíos aparecen como adversarios a Jesús. Y agrega Mateo una sentencia: Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad.”
La sacudida del polvo de las sandalias tiene varios significados. No perder el tiempo pensando en lo negativo que les pasó. No juzgar. No guardar resquemor alguno. No hacer suposiciones al respecto. Echar para adelante, sin volver atrás. El camino sigue, y en él van a encontrar a los que si los reciben. “Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.” ¡Y san se acabó!
Dios, además, da la paz a los que están con Él. Y la predicación de esa paz está dada para el pueblo de Israel que es el pueblo elegido. La renovación de la nueva fe en Jesús, está dada entonces, para la gente creyente en Él. Es para gente que va en la misma onda. Es el contexto de la palabra, ya que es con ella, que aprendemos el camino de Jesús. Y esto se produce en las sinagogas, en los sitios de enseñanza, a donde van judíos. Son las personas que van con el mismo “link”, (eslabón, vínculo, enlace). Hay que buscarlas y generalmente se buscan entre sí. Son afines.
En la misión de los discípulos hay momentos importantes, pues la predicación tiene etapas: lectura, meditación, compartir, oración y contemplación. Es el proceso que se sigue. Hay que permanecer en la misión, que desarrolla una itinerancia en donde debe haber momentos de permanencia. Hay que establecerse, porque la misión debe durar un tiempo.
En los momentos de la misión siempre empezamos por la lectura de la palabra, que es el ejercicio de escuchar o no ser escuchado. Recibido o no ser recibido. Aceptado o no ser aceptado. Todo esto es normal en el proceso de la predicación.
Es bueno recordar que los discípulos estaban en un medio donde todo el mundo se conoce. Como en los pueblos pequeños. Porque no es la macromisión, sino la micromisión. Es un contexto pequeño, digamos familiar.
También es bueno recordar que el pueblo de Israel aspira a volver a la época del rey David, (1000 A.C.) que es el rey ideal en el AT, y en el NT, el pariente lejano de Jesús reconocido por San Pablo (RM. 1,3), y el mismo Mateo (1,17). Digamos que esto está en el “link” que une a unos y a otros, judíos y cristianos.
Pero vemos que Mateo es muy fuerte en su discrepancia con los judíos, cuando habla de Sodoma y Gomorra, aludiendo al Dios castigador, que se hace más fuerte con ellos, cuando no escuchan el mensaje de Jesús. Este tipo de lenguaje es común en Mateo. Él es firme. De manera que ante el desarrollo posterior de la imagen de Dios, que establece Jesús, por ejemplo con el padre del Hijo Pródigo, donde Dios es paz y es amor. Nos parece entonces, que lo de Sodoma y Gomorra, es más una amenaza, una advertencia de peligro, que el regreso al Dios castigador del Antiguo Testamento. Resumiendo: es un tipo de lenguaje que se utiliza para lograr una respuesta.
Finalmente, Dios es la paz. Lo que Dios es, es lo que nos proporciona paz. Dios es suficiente para mí. No necesitamos más en el mundo que estar al lado de Él. Dios es amor puro, amor puro que da la vida por sus ovejas. Y quién está con Él, nada le falta. Santa Teresa de Ávila conecta la paz con el amor, en este verso que resume lo que es Dios para ella:
NADA TE TURBE…
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa;
Dios no se muda;
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quién a Dios tiene,
Nada le falta,
Sólo Dios basta.
Transcribo este verso que muestra también la presencia de la paz y el amor puro, en un Dios semejante al del NT.
ANÓNIMO
A JESÚS CRUCIFICADO
No me mueve, mi Dios, para quererte
El cielo que me tienes prometido:
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
Clavado en una cruz y escarnecido;
Muéveme ver tu cuerpo tan herido;
Muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No tienes que darme porque te quiera;
Pues aunque cuanto espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera.
NOTA: Ambos versos de principios del Renacimiento, siglo XVI.