ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 16
Hay algo que nos hace pensar que los pueblos no resisten como los humanos, un mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. Vemos que todo en la vida evoluciona, y esto nos permite una esperanza. En Colombia, probablemente nos faltan otros cincuenta años de violencia, para llegar a la paz, (porque ya llevamos 50). Si estamos de buenas, puede ser que Alfonso Cano, universitario, actual jefe de las FARC, a diferencia de Tirofijo, un campesino ignorante, resuelva ver al fin el daño que le hace a su pueblo, pues a estas alturas ya la revolución no tiene sentido, especialmente desde la caída del Muro de Berlín, cuando el comunismo pierde fuerza y se acaba la Europa Oriental.
Pienso así, porque cada día cambia la vida, y algunas crisis hacen reflexionar, por ejemplo, sobre los medios de lucha que han empleado las FARC, basados en delitos de lesa humanidad, como el secuestro, y el empleo de minas antipersonales en zonas rurales. Eso para no hablar de la destrucción de la infraestructura que afecta a todo el pueblo, o bien de los ataques al oleoducto que genera problemas en la tierra cultivable y en las aguas de las que beben las pequeñas poblaciones, en los llamados territorios nacionales, habitados por pocos colombianos y de escaso desarrollo.
La verdadera revolución está hoy en el Estado y sus instituciones. Ahí es donde se puede hacer un desarrollo social urgente, que desde luego, tiene que estar basado en la educación y en los valores ciudadanos, despertando la compasión por el otro, para hacer la vida constructiva y feliz, en comunidad. Donde la violencia no sea el argumento de lucha como ahora. Claro, que para eso tendrán las FARC que salir de la selva, y presentarse en la Plaza de Bolívar, como ciudadanos de un país culto, que tiene una riqueza enorme para desarrollar, pues se trata de una naturaleza de las más ricas del mundo. Naturalmente, este Bolívar nuestro, (el de nuestra Plaza de Bolívar), no se parece en nada al de Chávez, es decir, al de la nación bolivariana de Venezuela. Porque el ciudadano educado y culto, sabe que las obligaciones, como la de trabajar y producir, son la base para la existencia de sus derechos. Como lo decía Gandhi: el cumplimiento de nuestras obligaciones, (como el trabajo), es lo que genera nuestros derechos.
Las FARC, y especialmente Alfonso Cano, un universitario, saben bien, que para ser nación tenemos que estar unidos. Unidos frente al imperio, como diría Chávez, con una raíz en nuestra tierra que nace en el amor por ella, en el respeto por todo lo que habite sobre ella. Por decir algo, tenemos que tener el Caño Cristales de la Macarena, en la mitad de nuestro corazón. No cabe pues estar apegados a la hoja de coca, por ejemplo, como ocurre en la actualidad. Lo que nos hace ser de verdad, es el amor puro, por nuestra tierra, constante, firme, para llevar la felicidad a toda nuestra gente, y no al comunismo, como en épocas pasadas, es decir, a Marx. El amor por nuestra tierra no requiere de ideologías foráneas. Solo nos basta saber que somos colombianos de cepa.
La guerrilla debe hacer memoria del pasado, para darse cuenta, de que tiene que cambiar sus medios de lucha actuales, para entrar en la lucha política civilizada. Veamos cómo puede ser esa memoria: La época de la violencia en Colombia es como se denomina el período entre 1948 y 1960, caracterizado por la violencia bipartidista desatada tras el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, hecho que desencadenó una serie de desórdenes conocidos como el Bogotazo, caracterizados por las fuertes peleas entre Liberales y Conservadores, incluyendo asesinatos, agresiones, persecuciones, destrucción de la propiedad privada y terrorismo por el alineamiento político. Algunos autores sitúan este periodo hasta 1953, cuando sube Rojas Pinilla, por la crisis del Estado, manejado por el conservatismo.
Algunos factores que contribuyeron a la prolongación de La Violencia, fueron los temores anticomunistas de la clase dirigente conservadora y liberal, la privación económica de los sectores populares y un rígido sistema de partidos que sólo permitía la participación de dos partidos políticos; ni los aborígenes, ni los afrocolombianos, la tenían
En el año 1957, el Partido Liberal y el Partido Conservador formaron una coalición llamada el Frente Nacional para poner fin a la violencia. Mediante este acuerdo los dos partidos acordaban apoyar a un único candidato presidencial y se dividían todos los cargos oficiales por igual. (Es decir la burocracia se dobló). De esta manera se logró la estabilidad política por 16 años. Una oposición no esperada se llevó a cabo por aquellos partidos que no habían sido involucrados en el acuerdo, como la Anapo o Alianza Nacional Popular, organizado por el depuesto general, Gustavo Rojas Pinilla.
En 1959 sube Fidel Castro en Cuba, y unos años después en 1964, nacen las FARC, quizás pensando en repetir lo que hizo Fidel al derrotar a Batista en el Cuartel Moncada. Entonces se pensaba que la guerrilla se tomaría el poder. Y luego de 50 años de lucha, escondidos en la selva o en las regiones con poco habitantes, donde el Estado casi no estaba presente, los ideales revolucionarios fueron degenerándose, hasta que en la década de los ochenta y noventa, la guerrilla se une al narcotráfico. Y ya llegamos a esta actualidad, donde la guerrilla debería luchar porque los países desarrollados terminaran con sus adictos, que vienen a ser: el consumo, de la globalización, que mantiene en las países, como el nuestro, la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico, produciendo una desmoralización social que curiosamente, en esos países, no produce reatos de conciencia, siendo los responsables directos de esta situación. Señor Alfonso Cano, o mejor doctor Cano, ¿hasta cuándo va a hacer usted la verdadera lucha que se merecen los colombianos? No estaríamos en su contra, sino en unión con usted. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario