Si vamos a hablar de violencia, tenemos que estar lejos de ciertos vicios como la xenofobia, el odio, la agresividad, la falta de respeto por el otro, en fin. Lo digo porque para un colombiano es difícil entender al presidente del Ecuador, cuando se rasga las vestiduras y exclama que se ha violado la soberanía ecuatoriana. No analiza los hechos que conmueven a su vecino y hermano, con problemas como el narcotráfico, el paramilitarismo y el terrorismo guerrillero. Todo el mundo sabía que la acción armada no era para violar la soberanía ecuatoriana, menos el señor Correa. Tampoco el presidente ecuatoriano entiende por qué un Estado debe ejercer una acción armada de legítima defensa, contra una organización terrorista que tiene un expediente de 50 años delinquiendo. En esto, el Estado colombiano falló, por no haberle mandado al ecuatoriano el expediente de los delitos durante ese largo tiempo, con copia para el benemérito juez de Sucumbíos. Sería muy interesante que el presidente ecuatoriano, que representa el poder ejecutivo, de una de las tres ramas en su país democrático, tome conciencia de los problemas que vive su vecino y el mundo, porque los puede heredar, y de hecho ya los ha heredado con la presencia de la guerrilla criminal y terrorista en su territorio, pues permitió la existencia del grupo, y produjo la intervención colombiana. Lo normal, no cabe duda, hubiera sido aceptar que el hecho se produjo por la ausencia del Estado ecuatoriano en la frontera. Una voz de agradecimiento por el hecho, hubiera sido lo inteligente, si se reflexiona sobre el contexto mundial del narcotráfico, ya presente en el Ecuador, sabiendo que depende del consumo mundial, fuente de recursos que mantiene el terrorismo, origina la corrupción administrativa, y lleva a los países subdesarrollado, a invertir en la lucha contra la droga, sabiendo que son los adictos los responsables directos, la mayoría de los cuales están en los países desarrollados, y la omisión de esos países consumidores, que son los responsables de no actuar frente a un problema que no lo pueden manejar los países productores.
El señor presidente del Ecuador, aparece entonces como un ser humano que adolece de un conocimiento del contexto mundial en que se mueve el terrorismo y el narcotráfico, desconoce sus orígenes, y le da la espalda a la posibilidad de que su país ingrese a tener guerrilla, paramilitares y narcos. Y se une con Venezuela a la cubanización de América Latina, que restringe la libertad y donde la vida no es sagrada, sino que está a merced del viejo y caduco Fidel.
Estas afirmaciones no están dichas con odio. Sólo es una reflexión, que se hace cuando las personas no piensan con la cabeza, sino con los pies de Chávez.
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