sábado, 10 de abril de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 30

El diario mensaje de la violencia en los medios masivos es conturbador, produce emociones. Cuando uno hace un recorrido por la prensa, no hay duda que internamente ocurren una serie de emociones encontradas, la mayoría negativas. Y es que los idealistas consideran a las emociones como un legado divino cuyo origen no es entendible por mente humana no inspirada. Sugieren que las emociones son humores invisibles que dictan las reglas de conducta social e individual y que previenen de los efectos nocivos o benéficos de nuestros actos y pensamientos y explican la bondad de las causas que las originan. Y dicen los entendidos en la materia, que tratar de explicar las emociones desde este punto de vista implica, tratar de razonar la relación que existe entre el entendimiento humano y los designios de Dios. O peor aún, que todo tiene que ver con la magia inexplicable del azar.
La verdad está del lado de los que piensan con el espíritu, las emociones se forman con la educación, en un hogar normal, (cuando es expresión de la encarnación de un hombre y una mujer en el amor puro), y desde el kínder y la adolescencia, y es entonces la inspiración divina, que se comunica con los seres humanos mediante las emociones que se viven en el hogar, y luego a lo largo de la vida.
Del lado opuesto, el materialismo, considera que las emociones son consecuencia de… “las alteraciones del azar, generadas por la constante distribución de la energía hacia los confines del universo, de una gran explosión que afecta, desde sus inicios, una gran sopa submolecular primigenia. Son estructuras cada vez más improbables de acontecimientos y objetos, que han sido ordenados y almacenados en el complejo rompecabezas de la cognición”, y se extienden por miles de vericuetos hasta llegar al genoma humano.
Esta es la demostración de la incapacidad del materialismo para entender cómo se forman las emociones internas en las personas. Cuando es fácil ver que el amor puro es el que construye el interior. En muchas de las situaciones del ser humano, la ciencia es simple, y no admite especulación más allá de ver las cosas como son, independientemente de cuál de estas explicaciones racionales es la más aceptable.
Definitivamente la formación del ser humano depende de la manera cómo nace en su hogar y luego se relaciona con su medio ambiente. Si este es violento, no hay duda que influye en sus emociones, pero no hay la posibilidad de que acepte la violencia como ha ocurrido en la guerrilla, o en los barrios de las grandes ciudades, en los actos terroristas, en las barras bravas de los estadios, en los grupos delincuenciales en general. No hay la posibilidad de que estas conductas emocionales se acepten sin más, y se vean razonables. Simplemente, el ser humano no puede llegar, si es normal, a una comunión espiritual con la violencia. Me parece que algunos materialistas, ante la incapacidad de explicarla, dirán: ¡Deje así!
Todos los dictadores que han pasado por la historia tienen ese sencillo estribillo: ¡Deje así! El sólo hecho de pretender mirar al ser humano como animal de carga que hay que domesticar, los lleva a ser drásticos con su conducta emocional. No se pueden dar el lujo de sentir, pues la compasión es un papel para tontos: Mejor deje así, ¡no moleste! La enumeración de estos personajes es infinita; pero están Chávez, Hitler, Fidel, Stalin, entre un millar de ellos.
Y entonces, en el mundo, precluye el corazón puro, como dirían en los juzgados penales, y queda el ¡deje así!

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