Claudia de RCN (no sé cómo se escribe bien Gurisatti), entrevistó a Antanas Mockus, y en la mitad de la entrevista, le preguntó que si él haría acuerdo humanitario, o canje de secuestrados por guerrilleros presos, y Mockus respondió:
“Yo creo que liberaciones unilaterales podrían darse, por parte de las FARC. No conozco bien en detalle cómo sería. Pero un canje, ni de fundas. Un canje generaría el mismo ciclo siempre, y sería aprobar que los métodos de la subversión y la delincuencia común, son efectivos. Y uno lo primero que tiene que hacer frente a fenómenos como el terrorismo, es demostrar que la sociedad no cede ante el problema.” Y no cede, digo yo, Ernesto Iregui, porque no puede ceder ningún colombiano en el país, incluida, con todo respeto doña Yolanda Pulecio, que afortunadamente tiene ahora a su hija en París. (O si no: ¿quién la aguantaría? ¡Pobre Uribe!).
“Pero perdóneme la expresión, (dice Mockus), no soy tan estúpido en comprometerme a hacer, y ni siquiera dejar expectativas en esas direcciones. Las estrategias en este terreno, en la mayoría de los países, permanecen reservadas, y es muy curioso que en la sociedad colombiana, en plena campaña electoral, estemos ventilando las estrategias frente a las FARC. Yo creo que a las FARC les interesa que hablemos de ellos cuando hacen las liberaciones, como si fuera una promoción legal, dentro y fuera del país. Esas escenas de la liberaciones, con los helicópteros y toda Colombia mirando el encuentro del secuestrados con su familia… ¡ya no más! No dejemos que eso vuelva a suceder.” Digo yo, Ernesto Iregui, que sólo pasa en un país que no tiene dignidad alguna, frente a permitir que un delito de lesa humanidad, el secuestro, se utilice como arma política y de promoción de una guerrilla sin sentimientos, sin moral, sin ética, que parece un monstruo extraterreno.
“La Cruz Roja debe hacer sus operaciones discretamente, sin el espectáculo,.. “, dice Mockus, con mucha razón, y más adelante agrega: “El Estado no puede actuar como un familiar que diga: con tal de rescatar al ser querido, puedo hacer toda clase concesiones, y sobre todo estimular el uso del secuestro como arma política. Le corresponde al Estado cortar la cadena del secuestro, y eso implica heroísmo y una firmeza, a pesar de lo doloroso que es.”
Entonces, con Mockus: ¡no más secuestro! ¡Y ya! El país se cansó, y ya es suficiente. Es increíble que la guerrilla no lo entienda. Haciendo un análisis sencillo, aparece Alfonso Cano, como un ser de otro planeta que llegó a este sin sentimientos. Ni el secuestrado ni la familia importan un carajo, dirá para sus adentros. Es posible que él no lo haya dicho… pero los hechos lo reconfirman. O es que pasar 12 años con una cadena al cuello, viviendo, (no en la carrera 7 con calle Novena, como lo pueden creer en el exterior), sino en las coordenadas que señalan ese sitio inexpugnable de la selva amazónica, donde Cano cree que se encuentran las hermosas playas de Santa Marta, en Colombia. ¡No más secuestro! Y eso tiene que decirlo todo el país, inclusive las familias de los secuestrados, porque hay valores que están por encima de la vida del ser humano, y de la propia Constitución del país. La vida es sagrada, y nadie, ni Cano, pueden jugar con ella.
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