sábado, 8 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 42

Parecería lejana la idea de poder establecer la influencia de los medios masivos de comunicación en la violencia. Sin embargo un simple estudio de datos puede establecer la inmensa responsabilidad que tienen los medios. Veamos, un texto que sobre las últimas noticias del periodismo, trae los siguientes datos y analiza las voces autorizadas que se levantan contra los medios por un lado, y por el otro el impacto que estos hacen, cuando presentan a un dictador como Chávez, por ejemplo, cuando habla con odio. Todos sabemos en Colombia, desde la primera violencia, a mediados del siglo pasado, lo que produjo en los políticos hablar con odio. Cómo el odio produjo el Bogotazo, la confrontación armada entre liberales y conservadores, luego, la aparición de la guerrilla y finalmente el narcotráfico. Y ahora tendremos en el próximo futuro la guerra entre Colombia y Venezuela, para que el loco de Chávez, siga gobernando, ante la indiferencia pasmosa del pueblo venezolano. Y si sumamos todo esto a la pérdida de vidas humanas, llegaríamos probablemente a millones.
El problema es que los grandes periódicos y las cadenas de televisión, fabrican o manipulan la opinión del ochenta por ciento de la población. (Cada vez que habla el loco de Chávez, los medios lo destacan como lo máximo). Dice el libro mencionado que se trata de un sistema penetrante, al que es imposible escapar, llamado el cuarto poder, en un Estado, normado legalmente por las tres ramas del poder.
A propósito, a finales del siglo pasado los Estados Unidos tenían 1.800 periódicos, 11.000 semanarios, 11.000 emisoras de radio, 2.000 emisoras de televisión, 2.500 editoriales. Y todo esto controlado por una veintena de compañías. En donde, es obvio que prima el dinero sobre la violencia. En el caso del narcotráfico, por ejemplo, es imposible hablar de legalizar la droga, para que cada sociedad asuma el problema de sus adictos, porque los bancos se rasgarían las dictaduras, (sepulcros blanqueados), cuando comprendan que se bajarían los dólares al disminuir el consumo.
En Colombia, recientemente, se ha enderezado la lucha del narcotráfico, precisamente contra el consumo, pues se sacrifican billones de pesos en la guerra contra la producción, para nada, porque el consumo aumenta. Es decir, por primera vez se entiende en mi país, que el problema es el consumo. La producción nace porque no hay ningún producto lícito que iguale lo que produce el tráfico de drogas con la coca.
Y los periódicos en Colombia están de espaldas contra este problema del consumo, por un lado. Por el otro, las relaciones internacionales colombianas son indiferentes ante esto. No hay un llamado a los países consumidores para que miren lo que hacen sus adictos. No se habla de entrar en conciencia al respecto. Y se permite que a los colombianos en los aeropuertos se les trate como unos cerdos narcotraficantes, cuando el principal problema es el consumo de los países desarrollados.
Hay dos películas que los colombianos deberíamos promover en el exterior. Una es “María, llena eres de gracia”, que muestra el transporte de la coca en las miasmas de los seres humanos, y la otra, también válida, que se llama “Soñar no cuesta nada”, cuando un batallón de soldados descubre en la selva 42 millones de dólares en una caleta.
Estas cosas pasan y los medios masivos en Colombia omiten lo fundamental de un problema que no es nuestro, sino del mundo. No tienen conciencia de esto. No se ponen la mano en el corazón para escribir la verdad del problema: lo repito y lo seguiré repitiendo hasta el cansancio: el consumo.

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