domingo, 16 de mayo de 2010

ENCUENTRO CON LA VIOLENCIA 44

Afganistán y Colombia tienen problemas semejantes, como talibanes allá y guerrilla aquí, el mayor productor de opio allá, y el mayor productor de coca aquí. En lo único que somos bien diferentes es con relación a las mujeres. La violencia del hombre allá, tiene a las mujeres como animales inferiores, en peor estado que los animales racionales. Y el mundo pasa como un ser indiferente, amoral, insensible, siempre bajo la lógica cartesiana del individualismo, el que hace que los egos del mundo desarrollado, se crean más que los demás, y lo que pase con ellos no importa. Me pregunto: ¿Puede el mundo soportar esta injusticia?
Es que hubo un error, porque todo el mundo pensó que tras el derrocamiento del régimen talibán, las mujeres afganas se liberarían por fin de la burka y podrían llevar una vida normal y en libertad. Pero las cosas no cambiaron, lo que sucedió en realidad fue que se cambió un régimen fundamentalista por otro: la Alianza del norte, tan brutales y misóginos como los talibanes.
Las mujeres afganas continúan viviendo sin derechos en un país que, a ojos de la comunidad internacional, cuenta con un gobierno dizque ‘democrático’. La Alianza del norte y los talibanes tienen la misma mentalidad. Siguen las violaciones de mujeres, los arrestos y los asesinatos. El 60% de los matrimonios afganos son arreglados. Muchas mujeres optan por el suicidio, auto inmolándose, para escapar al infierno de sus vidas. Ellas no pueden escoger marido, desde niñas de menos de 10 años son casadas. (Ver foto Noyud arriba)
Las mujeres son quemadas por el hombre. Hay retratos espeluznantes al respecto conocidas en Occidente. Bueno, algunas se auto inmolaron; a otras sus maridos las intentaron quemar vivas, por… contradecirlos. Las mujeres no pueden estudiar ni trabajar. No pueden salir solas a la calle ni hacer ruido al caminar. No pueden ser tratadas por doctores masculinos, no pueden asomarse a sus ventanas, no pueden usar tacones altos. Deben usar obligatoriamente la burka, especie de sudario portátil, que las cubre de la cabeza a los pies y que les dificulta la respiración. Tienen prohibido usar pantalones acampanados, aunque sea debajo de la burka. Prohibido usar colores vistosos en su vestimenta. Prohibido tomarse fotos. Prohibido escuchar música y ver televisión. Las mujeres sorprendidas en adulterio son lapidadas vivas. Estas son sólo algunas de las reglas del gobierno fundamentalista para las mujeres. Para los hombres también hay reglas, pero no son tantas ni tan estrictas.
En Afganistán no hay bancos ni medios de comunicación modernos. El país está casi totalmente en ruinas. De los árboles cuelgan televisores destrozados y cintas de video, como evidencia de la “derrota del pecado”. Todos los viernes se celebran ejecuciones y mutilaciones públicas en estadios deportivos, a las cuales están obligados a asistir los niños. El 80% de la población padece de trastornos mentales. Miles de niños de 9 a 12 años trabajan 12 horas al día en fábricas, para ayudar a sobrevivir a sus familias. Las mujeres viudas y que han perdido a sus familiares hombres en la guerra, se mueren de hambre, pues no les es permitido trabajar, ni salir solas. Algunas se aventuran a salir a mendigar, pero con el riesgo de ser apaleadas y hasta asesinadas.
Las mujeres afganas no se parecen en nada a las del resto del mundo. Salir con una de mis hijas a compras es desesperante… Entra a todos los almacenes, demora horas en decidirse. “No, papi, es que el color de este pintalabios no me gustas”. Y lo ha mirado y escogido en dos o tres almacenes. En fin… ¿No es motivo suficiente para agradecer a Dios cada día, por nuestra libertad y tantas cosas más?
Claro que hay movimientos en Afganistán en favor de la mujer, pero no se ve que tengan ningún éxito. Entonces la pregunta es: ¿Tiene el hombre derechos sobre los seres humanos, que les permita legalmente, éticamente, suprimir los derechos de las mujeres? Sencillamente ¡no! Conociendo al Creador la vida es sagrada. El único que tiene derechos al respecto es Él. Y Él es amor y compasión. Hace la vida para vivirla creciendo y creando, con plenos derechos para que cumpla su misión en la tierra y desarrollando los dones originales que Él le dio.

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